miércoles, 4 de diciembre de 2013

Un día en casa



Hay  un lugar  donde visualizo  el largo huerto. El lado izquierdo es verde, el verde es intenso. Las raíces, debajo, sujetan las hojas dormitadas antes de que una lluvia reparta el agua limpia sobre ellas, entonces despliegan sus alas como las mariposas. El  lado derecho abarrotado de espigas como soldados uniformados. Espigas de oro que surgen de la tierra huyendo de lo oscuro y son afortunadas porque la luz las traspasa envolviéndolas en una suave caricia.
 La poza es un lago pequeño que alberga los sapos de ojos grandes y redondos de panzas descomunales, que croan al unísono, son coros bien orquestados.
La tierra que piso es roja, de un rojo cobrizo, los surcos, son arcas que contienen toda clase de semilla que esperan  para brotar, primero como pequeños botones perlados, luego más tarde florecen los colores, las tonalidades  en consonancia con las estaciones. El crepúsculo se acuesta apacible y silencioso, todo enmudece. Esperando que vuelva otro amanecer que abrace la tierra de ese huerto y caliente el agua de la poza para que la vida vuelva a latir de nuevo.

12 comentarios:

  1. Bonita redacción de ese lugar que tan bien reflejas.
    Un abrazo.

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  2. Encanto, leo este texto lírico y sutil, donde se juntan tiempo y paisaje, y siento es trip-trip de la vida semilla palpitar del vientre de la tierra misma. UN abrazo. Carlos

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  3. María tu huerto es un mundo latente que solo espera, como dices, el calor para que explote la vida en él, saludos amiga

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  4. Muy bonito María, describir nuestra imaginación es una forma de hacerla tangible. Un huerto de ensueño.
    Abrazos

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  5. Preciosa y precisa descripción! Puedo ver ese huerto, bañarme en la poza, ver los colores rojizos de la tierra y los surcos sembrados.
    Todo lo de la Naturaleza me trae recuerdo y emociones.
    Un abrazo

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    Respuestas
    1. Me hace muy feliz que te guste Fanny...
      Gracias y un fuerte abrazo.

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