Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

viernes, 30 de agosto de 2013

Esa llovizna

Probablemente pasó ahí la mayor parte de su tiempo. Acomodado en el sillón de madera, y a sus pies, la misma vereda que contemplo ahora. Enfrente el lago de cristal concurrido por una familia de patos y el sauce, justo en una esquina, había crecido de una forma caprichosa, rodeando con algunas de sus ramas el banco. Probablemente habría creado una familia con bastantes dificultades por la posguerra, o, por ende, fue un soñador solitario, que con el paso del tiempo consiguió la libertad que siempre hubiera deseado. Seguramente dedicó muchas tardes a la lectura o a redactar en voz alta. Interpretar una de sus mejores obras con el sonido de fondo de los jilgueros, del fluir sosegado de éstas mansas aguas. Fue un niño grande, un hombre bueno, lo sé. Sólo basta observar un rato para contemplar su gran sonrisa dibujada en éste pequeño mundo, su mundo, en el que yo ahora le sucedo.

martes, 27 de agosto de 2013

Venganza

Hasta esa noche nunca supo lo que era pasar miedo. La mano de la bestia asomaba por la puerta entreabierta. Quiso gritar pero no pudo, ni siquiera una palabra salió de sus temblorosos labios. Quedó inmóvil y con un gesto de terror en el rostro. Unos dedos largos y peludos provistos de uñas afiladas, grotescas y negras amenazaban con entrar en la habitación, que hasta ahora creía segura, porque fuera, en el porche, una tremenda ristra de ajos pendía igual que un farolillo. Desde hace algún tiempo la trasladaron al Departamento de Salud Mental, donde sobrevive igual que una marioneta guiada para cualquiera de sus necesidades. Carlitos nunca le perdonó el destete y aún guarda la mano de silicona en el baúl de los juguetes.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Interior

El tic tac del reloj se convierte en latidos acompasados igual que notas musicales. Hay una inmensa lámpara en el cielo, ilumina cada pico de la fila de montañas, cada tejado. El humo de las chimeneas sale disparado y se disipa en silencio. La yerba mojada del jardín se convierte en un precioso bosque y miles de habitantes duermen en él. Cien campanitas penden del lo alto y adornan el firmamento igual que las luciérnagas, son algunas torbellinos que surcan de un lado a otro el espacio, pareciera que el viento hinchara sus pulmones para verlas rodar. Todo se cubre de una capa gris, hasta que la luz de sol con su magia retire todas las prendas de vestir la noche. El drago duerme y sus finas hojas arropan la copa y los nidos de los mirlos se mecen con las caricias de la brisa fresca. Después de la meditación llega el inicio del sueño y yo agradezco esto, porque mis párpados se resisten, pero en el fondo necesito lo mismo que los mirlos, mecerme por la brisa que se cuela por la ventana y los demás que me acompañan deben retirarse a sus habitaciones. Cada uno con un sueño diferente: El niño que juega en el patio alfombrado de geranios; la chica que añora el vestido más hermoso, su primer baile; la madre que amamanta y transcurren los días de desvelo; la mujer que prepara el equipaje, pero no toma el tren…

sábado, 17 de agosto de 2013

Graffiti

Una lágrima cayó de sus ojos, resbaló por la pared y cuando quise detenerla mis dedos quedaron manchados de un rojo carmesí.

Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...