Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

viernes, 29 de octubre de 2021

Un beso.


Y entre ese espacio

en una fina

línea

para siempre

un beso.

 

Una pesadilla probablemente.


  • No era una envoltura de papel de rafia. Algo que no sabría a ciencia cierta lo que podría ser. Allí estaba: volátil, etérea. 

  • Desde las profundas aguas heladas había surgido.
  • Tuvo miedo, un miedo espantoso como si de una pesadilla se tratase. El caso es que no podía dejar de mirarla. Esa noche hasta el faro se había quedado sin luz. La Luna había huido, sólo eso: miedo y oscuridad.
  • Un llanto se escuchó, era el de una criatura recién nacida. 

  • De modo que eso determinó que no se fuera. 
  • Quiso ver dónde se hallaba y buscó entre la maleza. Nada vio, pero no renunciaría a ello porque el llanto se hacía cada vez más angustioso. 
Y aquella figura allí levitando y mirándola.

Se hizo daño en un brazo al cruzar entre las ramas, la sangre cayo a torrentes hasta la rodilla, pero no se detuvo y siguió desesperadamente ante el constante llanto; aquel ser junto a ella. Como si aleteara. Sin decir nada. Sus labios desdibujados, sólo una lágrima resbaló.

Después de mucho rato y con el brazo sangrando pudo ver a la criatura.

El ser que la acompañaba se hizo luz, una brillante luz igual que miles de farolillos.

Tomó en sus brazos a la criatura y regresó a su casa, no sin poder soportar el dolor del brazo que ya era púrpura.

Eran las cinco de la madrugada cuando por fin pudo entrar en la casa. No había visto a la criatura y le quitó una manta en la que estaba envuelto.

Quiso alimentarlo con sus pechos. Había parido recientemente.

Pero pudo ver cómo bebía de su sangre, bebía y bebía hasta vaciar sus venas.

Ahora él reía y reía al verla moribunda, sin aliento. 
  •  

lunes, 25 de octubre de 2021

De los placeres.

 Sentirse abrazada con un cruce de miradas, resplandece el sol. Supura el deseo…


Jazmines en los tobillos, el velo se desprende y cae a la Baluch roja, el cuerpo se contonea, son las ondas de arena del desierto, son pechos dorados que ahora se besan con la suavidad del mejor de los afeites, se desliza la lengua zigzagueando y rodea la areola bronce, un gesto, placer, la alcazaba se cubre del gris plateado de la t


arde, rezuman los cuerpos, gota, a gota, el abrasador deseo, brillan los muslos, delicada piel, el roce de las manos de él hasta llegar a la fronda del helecho, huele a azahar. Se agita el cuerpo tendido, vuelve un beso al ombligo donde reposarán las gotas de él, como un oloroso perfume. El rags baladi comienza, la pelvis es una serpiente que vibra, acercando aún más los labios, la lengua, susurros, pliegues de piel encontradas y acariciadas, un devenir de dos.


El recreo de sus juegos se ralentizó, palmo, a palmo, un gemido se escapa de ella, otro beso, y otro, y otro, Shhhhhhhh... con la palma de la mano cubre los labios sedosos, sigue la celestial danza, ahora suspiros, ahora gemidos, ambos cuerpos agonizan, se cruzan las piernas, el sudor es la saliva de ambos, cimbrea el ombligo, ese poso de virtudes. Es arrollada, embiste él, y se deja, se deja y aprieta, ya están unidos, se aviva el fuego, los brazos embellecidos de brazaletes se tienden en cruz, y vuelven para rodear el meloso placer de él, embiste, embiste y ella agoniza con él dentro, ahora rasga la baluch sus manos no pueden estar quietas, y no quiere, no quiere. Atenazados, amordazados, llega el clímax, se unen los labios se regalan los placeres, las lenguas, y otro clímax…


María Gladys Estèvez.

Texto reeditado.

sábado, 23 de octubre de 2021

Incertidumbre.


 

Estoy perdida en un mundo que no es el mío.

 Es algo penoso lo que siento hoy. 


Él me ha dicho que soy una estúpida e idiota.

Se me ha caído el mundo encima.

Ahora soy un trapo, una marioneta.

A dicho que no me aguanta más.

Que está harto de mí.

Y lloro.

Lloro, como siempre que me insulta.


E querido irme unas horas, me ha dicho que no.

El se a ido.


¿Porqué siempre soy yo ?


A veces pienso que no me quiere. Y se confirma que otra mujer ocupa su corazón.

En realidad no me importa, lo que me duele es el insulto.


Estoy perdida

en un mundo que no es para mí.

En un desierto.

Sola.

Quiero volver

volver

No tengo ganas de estar

quiero irme

lejos

muy lejos.


viernes, 22 de octubre de 2021

Retales y otras inquietudes.


 Retales y otras inquietudes.


Más, hallé por azar aquella estela

de letras abotonadas de relatos e inquietudes,

que los tinteros parecen tener vida..,


Diría pues más que eso,

diría que llevan siglos pastando letras,

versos trotando,

anclados en las hojas, en las paredes de cualquier muro

de graffiti escritas palabras y resonando por costumbre,

y aquel que se deje llevar a tragos como el buen vino,

apuesta los duros con tal de dejarse llevar,

apuesta hasta los sueños por querer parar un rato,

a contemplar un tintero y una pluma,

de inquietudes pespuntes en los folios…

Como una mosca se muere en la miel,

se quedó una naufraga tallada de antaño.

Más no era sirena, no era Afrodita,

Era más bien un pasajero tiempo,

venido de otra época por si en algún instante,

fuese advertida por sus ojos al mirar,

por una palabra, quizás un verso perdido.

Más dijo: os juro si aún se escriban versos,

en esa otra vida hallaré el mismo camino

anclado al tiempo olvido,

por reencontrar

y yacer entre mariposas ,

en la esbeltez del trigo...


PD. Gus.


María Gladys Estèvez.

viernes, 8 de octubre de 2021

Algo que contar.


 Yo puedo escoger

de lilas  en el huerto 

un ramo

De las nubes el algodón

de sus labios...

¿Qué misterio hay?

No es misterio, es deseo.

Desmedido

Apasionado

Cielos ocres

 

                                                     De los almendros


            se alimenta 

                                                     el alma

 

 



Tomaron té de jazmín, unas galletas de anís, y un vino dulce.


 Y dime, es que has vuelto porque no te gustaba la vida en Londres, dijo la señora Beduina.- No, realmente no es cierto- Hemos vuelto para unas visitas y algunas compras, replicó Eleonora. (definitivamente ya le había desagradado la pregunta).

Tomaron té de jazmín, unas galletas de anís, y un vino dulce.


Antes de que la señora Beduina volviese a preguntar se adelantó a contestar: la vida en Londres me gusta. Me gustan sus calles, sus parques. Las librerías son maravillosas. Las tiendas de sombreros es lo que más me gusta además eso que ves sobre la mesa es para ti.

-¿Para mí?


Claro, es un sombrero y espero que sea de tu agrado-

Cuando abrió el paquete sus ojos se hicieron dos grandes lunas. La expresión del rostro era digna de ver.


Eleonora se quedó pensando en silencio en Londres. 

Era presidenta de una comunidad, la Urdimbre.

Los más desfavorecidos, los que no tuvieron una oportunidad, quizás porque equivocaron el camino, o por ende se vieron obligados a esas circunstancias. 


Si, claro hablemos, hablemos todo el rato y me alegro mucho que te haya gustado el sombrero... 

El amor es como la niebla en un día de otoño.

 

Es una niebla en un día 

de otoño el amor

luego se va, se esfuma

¿Serán quimeras?


Es una Luna blanca

al brillar hace que

los deseos se despierten

como el vampiro que

busca con ansia 

¿Será verdad?


El amor, el amor

¿Es eso verdad?

Deseo, deseo, pasión

¿Es real?


jueves, 7 de octubre de 2021

Sorpresas que da la vida.




Sabía que tenía que darse prisa, de modo que se descalzó y corrió por el andén con la intención de subir al tren, lo había logrado, pero él no estaba. La había visto y se bajó por el lado contrario.



Volver a los brazos de quienes me dieron amor.


Necesito volver

a mirar por el postigo

ver el patio

de balaustres

con enredaderas

Volver

a los brazos

de quienes 

me dieron amor.

Necesito mil primaveras

Un otoño presente.

Aquel Intangible verde montaña

de sus ojos siempre conmigo

Necesito

Necesito

Donde la lluvia



 

A veces hay hechos que no son lo que parecen.

 Deberías comprar un vestido nuevo y unos zapatos. Si, eso fue lo que Norma dijo.

Las mariposas revoloteaban en el jardín. Las mariposas auroras eran hermosas, tanto, que Daniela no podía apartar la mirada mientras desayunaba. 


Si, lo haré, contestó la muchacha.

De modo que durante un buen rato se quedó en silencio. Ni una palabra, ni un bostezo. Y aún cuando una de ellas se posó en su mano, se le iluminó el rostro al verla. Caminó lentamente y entró en la casa. No quería que aquel ser se fuera. 

Cogió un alfiler y traspasó el pequeño cuerpecito. 

Luego pasaría a ser una más de la gran colección: miles de mariposas de todas clases, sin vida condenas para siempre en la pared de corcho.


Si, tienes razón voy de compras.




miércoles, 6 de octubre de 2021

ToscanaMaría





Una mañana, Laly, después de asearse y tomar el desayuno comenzó con el trabajo cotidiano. Al pasar por delante del espejo se detuvo unos instantes, y descubrió que aquella niña de pelo rubio como el trigo, de ojos azules como dos mares ya era una mujercita: sonrió.


Vivía con su familia en la Morra, en el municipio de Santa Úrsula, un enclave situado a cierta altura, con barrancos profundos, y llenos de historia. Cuevas donde vivieron los antiguos aborígenes: los Guanches.

Bencomo Mencey de Taoro gobernaba de entre otros municipios, el de Santa Úrsula.


En la cordillera de montañas, el Teide entre ellas: majestuoso, padre de los isleños, que en invierno se envuelve en miles de copos de nieve para el deleite de todos. Tenían el hogar que olía a leña, a lavanda, a naranjas, de ellas, el efluvio que provenía de uno de los huertos. Árboles frutales aquí, y allá.


Asfodelos, Conejos Reales, Lavanda, cubrían gran parte del año la cordillera. El aroma de los alimentos que se cocinaban se explayaban por toda la casa, hasta el porche. Algunos de los hermanos, que por un rato descansaban del trabajo para poder cumplir con los deberes escolares se encerraban en la habitación por un rato. En el porche, debajo del techumbre, el padre sentado en un viejo banco de madera fumaba en pipa, y sus ojos recreaban el paisaje.



Reeditato.





Soy un mirlo blanco el calor que sofoca, y la lluvia que abraza.

 

Y Caronte no redimió los pecados,

un mar ahogado de tumbas que en sus formas arqueadas,

gritan en silencio por toda la eternidad.

Pago alto y desmerecido por hallarse en las profundidades de la nada.

Hacedme un hueco donde antes hubo hielo, ahora fuego. (se dijo).

Entre caballitos, caracolas, los niños buscan la teta.




En aquellas tierras lejanas donde tejen sueños.

Porteadores descalzos, pisadas de ocres…

Un continente abrazado a la faz de la Tierra,

de espléndidos verdes, y ríos como lámparas,

reflejan una única Luna. Abrevad aquí, abrevad.

Como Demetra atesoro siglos. Abrevad la roja Tierra.





Y los carámbanos en el desierto son hermosos,

como la fría noche que acaricia con sus dedos los ojos de quienes lo surcan.

Las fieras libres copulan descendencia,

pastan en el ejido, entre murmullos de cuervos.

La batalla impresiona, por vivir. ¡Qué pálida y hermosa se queda la tarde!.

Ósculo que danza en la selva de hojas gigantes. ¿Es que no los veis?.



Pero se esconde una multitud del diablo,

a engañar la inocencia, y al hambre.

Igual que música de celo esperan la promesa,

pero cabalga la muerte con los bolsillos llenos de plañideras.

Apolíneo monte abarcado de criaturas pastoreando. Abrevad, abrevad.

Pero se esconde una multitud del diablo…




Surco los valles como águila, vespertinamente, y un mar ocre,

se deja caer en ellos. (duerme poderosa pachabamba).

Mirad sus ondas que son como mieles que en rocío se expanden,

valles con árboles de grandes hojas,

allí habita la criatura hermosa. (en las montañas Virunga).

Arpa celestial, como ángeles su música al llover, Lunas y Soles.




Soy un mirlo blanco el calor que sofoca, y la lluvia que abraza,

batiendo alas en un baile gozoso entre picos de montañas,

brota manantial, brota oasis. (¿Quién profanó la tierra?.

Los hombres han roto los caparazones, han despoblado la vida.

Aquel barranco se ha secado, se vislumbra la pérdida.

Soy un mirlo blanco el calor que sofoca, y la lluvia que abraza.



Yo no puedo con esa urdimbre que de lianas


Yo no puedo con esa 

urdimbre que de lianas

 que desde el Cielo cuelgan

La sien brota de arterias azules

como un río, como lava ardiente

Y no puedo con esa urdimbre

de ramas abrazadas, entrecruzadas

ciñendo el bosque, ajustando relojes,

y me muero por gritar y cada vez

más atada.

Las pesadillas encuentran

siempre un momento

para hacerme desaparecer

ahogar mis silencios

ahora en la mesilla de noche

van en fila

de vasos de ron

de la brisa el tul

acaricia mi llanto

Y es que he vuelto

he vuelto donde la paz







 

martes, 5 de octubre de 2021

La mujer que están viendo de valentía está llena.

 La mujer que están viendo

De valentía está llena

La sonrisa

De su rostro no se acaba

Del espliego, manzanilla, romero


Su aroma desprende.

La mujer que están viendo

No se acobarda

Siempre adelante

La lucha se hace fuerte

ante adversidades.


La mujer que están viendo

no se sonroja

Se viste de de colores

Ama la vida

Virtud 

Bondad le sobra

Del amor se adueña

La pasión su arte 


La mujer que están viendo

de graciosa, y pinturera

Que se vuelve la gente

al ver la pasar.


Olé tú mi sevillana

de oro se viste tu rostro

Perfume tus labios.

Viva la Giralda, torre del Oro.

Barrio Triana 


La mujer que están viendo

Se quiere

Y quiere

Tiene pa repartir a raudales

De su corazón emana un amor

tan grande


 Que a ella acuden todos los 

pajarillos

Hasta las gaviotas

qué desde muy lejos

saben que regala todo

amor posible

Y de posibles les digo

qué pue

con todo

Mi arma.

Quién ya eso

Esos ojos, esa boca

Y ese cuerpecito

Pos así lo quiso el Universo

Verte, mi niña, verte

Pa quererte, na más, na menos.


Y ahora voy y me muero



Y ahora voy y me muero. Realmente desde que vine a este mundo estoy muriendo: poco, a poco. Si alguien me hubiese dicho que sucedería esto no me lo hubiera pensado. En cualquier sitio, pero no viva.

Y no me refiero a vampiros, ni nada por el estilo. Sólo no estar.

No ser. Intangible, etérea.

Y es que si una no está, no vive, ni muere. No hay sentimientos, ni hay enamoramientos, ni amigos, ni nada por el estilo.

Simplemente ahí sin ser. Un no sé que. 

Un suspiro, un bueno eso no.


"Ay de mí pobre

alma mía.

¿Dónde vas?

Llévame contigo

Ay pobre de mí

Me ves?

Si?

Pues dame un beso si te sobra.

Ay señor!!


Ay, ay, ay...


Y es que me empeño

Y es que me empeño


en

volver

Me empeño

en regresar

Me empeño

en besar sus labios

yo

Si

Es que estoy loca


 

lunes, 4 de octubre de 2021

El encuentro.


Como si mi casa albergara 

los tristes momentos, los días

en que todo era hogar.

El encuentro

La sensación de estar

Lo oculto entre las ramas

del sauce.

El momento en que tomé

consciencia.

Una trepadora que llegó 

rodear la casa.

El sabor de sus labios

jugoso manjar

Los besos que no fueron

La ausencia

La pasión

El verbo se hizo polvo.

Duelo 

Amar, amor.

El jamás volveré

a ver-te


Nunca

Nunca

Nunca

Nunca

Besos

Siempre


 

La ingravidez bella.



La vi cruzando la calle. Llevaba una gabardina de lunares, y capucha. Se me antojo que quizás venía del pasado.

No logré ver bien su rostro. Una mujer menuda, delgada, bajita.

Como si de un espectro se tratara al cruzar parecía que lo hacía en una ingravidez bella para mi gusto. 

No pude apartar la mirada, la seguí hasta que se perdió, sin más. Como si no hubiera estado por allí.

Una vez llegué a mi destino quedé por largo rato sentada en mi porche observando el horizonte, pero con la inquietud de lo que había experimentado. 


No me equivoqué. Era de otro tiempo. Trescientos años atrás.


A veces suceden cosas que para nosotros no tienen explicación, pero si que tienen, y mucho.

Si hubiese ocurrido lo contrario también alguien hubiera pesando lo mismo.

Y es que somos frágiles, etéreos, somos aves migratorias.

Es cuestión de saber y entender que nada es para siempre y que somos o no somos. Que andamos dando vueltas al tiempo, una, y otra vez.


 

viernes, 1 de octubre de 2021

Y si de mi del ancla al soltar-se pudiese huir .


Y si de mi del ancla

al soltar-se

pudiese huir 


Del templo encerrada

volvería a vivir.


Y si de mi del ancla

al soltar-se

vivir, vivir.

Cual ave vuela 

Cual fiera 

Cual Águila 

Cual delfín

Dejaría este mundo

de locos

atrás


Volver, volver

al vientre cálido

a mi cáliz 

a dormir

plácidamente.


 

Pensamientos, reflexiones y.

 


En verdad les digo, que si se vienen a lo que más les agrade, si se vienen a por una oportunidad, el cielo se colará por la autopista de sus venas…





Es indigno que hayan personas que suelten sus bravuconadas espantando hasta los mirlos, si los hubieran. Y los gestos de éstas, toscos, irritables, alzando las manos y señalando cualquier cosa con tal de llamar la atención…





Suelen algunas personas apoyarse en otras, pero no como soporte de auxilio, lo hacen para joder, así de claro…






El demonio invierno estaba allí.

 

El agua cae en cascadas. El refugio no es seguro, pero de momento ahí estará, hasta que acampe el tiempo, hasta que algún pajarillo se atreva a salir.


Hasta que los zorrillos campen contentos buscando comida. La galletas y una botella de Whisky de Grano y una percha, es todo lo que tiene. Pero el abrigo lo necesita para resguardarse del duro frío, de la montaña maldita. De modo, que la percha, sobra…


Lustre a las botas, para qué, se preguntó. El demonio invierno estaba allí, acechando, como una bestia cuando se dispone a cazar, con los ojos enfervorizados, con las garras brillantes, son cuchillos. Un trago templó el cuerpo, pero varios, ya supusieron que quedara como un paquete inerte en el camastro, boca arriba…


Amaneció al fin. Apenas si pudo ver bien por el postigo las montañas nevadas, y los cuervos, y los zorrillos. Pero las piernas habían quedado al aire toda la noche. El abrigo acaparó solo los hombros y poco más. Las piernas dañadas por el incesante picoteo de las chinches. Alguien venia a su encuentro. Salió como alma que lleva el diablo de la sucia cabaña. Pero cayó al vació, su cuerpo se partió en mil pedazos.


A veces, es mejor quedarse un par de días más…



No tapes mi boca, no tapes mis ojos, no me mires.

 



¿A quién estás mirando?..


Le contestó, que a ella. El lienzo colgaba de la pared húmeda del 

torrente de agua que caía en esos momentos.


Sin marcos, solo un lienzo. El rostro inmaculado. El rostro con una 

leve sonrisa de luminaria, excelso. Con una sonrisa corta y malvada.


De modo que ahí seguía, observador. Casi sin pestañear. Los colores 

oscuros predominan, los ocres, sólo una leve pincelada, como si 

alguien, adrede, hubiera cerrado los postigos, entonces un pequeño 

halo de luz casi imperceptible. Una pincelada de ocre maldito.


Pero miró a un lado y al otro de la sala de exposiciones. Nadie había 

ya. Con lo cual, se había alegrado, en cierto modo; porque en 

realidad temblaba de miedo, de terror, de percibir en el pecho el 

puñal de los ojos, de ella.


Una amalgama telúrica le aplastó el pecho y se orinó en ese mismo 

instante. Y las gotas gordas de sudor le besaron los labios. Pero era 

veneno.


¿Porqué insistes? Dijo ella.


Le contestó que no podía dar un paso, que no podía dejar de mirar.


Estás perdido. Estás derrotado. Aniquilado. Los vocablos salieron de 

la boca de ella, derritiendo el óleo al mismo tiempo.


Siguió orinándose dos veces más. Pero ya era demasiado tarde, un 

vómito de ella escupió su absurda estampa de hombre miedoso, 

cobarde.


!No me mires! Volvió a decir ella, esta vez, el grito se coló por los 

zócalos, se coló por el mísero postigo.


Sonrió, sonrió al verlo tan extremadamente loco. Un cuerpo 

mordido 

por la lengua de ella. Derrota, dijo y volvió a sonreír, levemente, 

como cuando una caricia, como un beso en la piel...





Cómo te extraño mi amor.

 

Fue imposible desear no permanecer allí. Su pecho ardía como si una espada lo hubiera atravesado.

Ese día las palomas se amontonaron en el patio, justo al lado de la capilla, eran tantas, que casi no se podía caminar. El mar permaneció calmo todo el tiempo, y el sol esculpía con sus rayos los rostros sombríos de algunos, sobre todo los que se hallaban detrás de la cristalera.


Se contuvo por un rato, incluso ofrecía algo de beber o de comer, con el gesto amable, pero con el dolor en los ojos; pero todo era tan irreal. Lo sabía, y sabía que de un momento a otro estallaría de rabia y de pena, y los rizos del cabello se desmoronarían como el serrín cuando cae en diminutas partículas de polvo.


La criatura nació una tarde de mayo, un hermoso niño de ojos negros y pelo rubio.


-Hola mi amor, le dijo. Soy tu mamá, prosiguió.


Se sentía muy dichosa a pesar de lo agotada por el parto, pero eso era algo insignificante para ella, realmente la felicidad inundaba la habitación y la sonrisa se explayó, como un bostezo. El pequeño lloraba. Ella lo acercaba a su pecho con mucho cuidado para amamantarlo, luego se cruzaron la miradas.


El regreso a casa causó una expectación increíble. La cunita blanca en una esquina de la habitación y al lado el ropero. Se había preparado unos días antes meticulosamente, a falta del tul para cubrir. Luego llegaron los seis angelitos muy bien guardados, cada uno en una caja. Seguramente habrían de adornar el capazo y la cuna; eran muy bonitos y poco vistos, porque se cocieron literalmente en el horno; luego, una capa de pintura azul y para las alas, un color ocre suave. A Lilia le gustaba eso de hacer angelitos con el sobrante de pan duro.


El eco de aquellos días felices resonaron en su cabeza como golpes de martillo, como cuando el herrero faena distraído de todo y se afana.


-¿Quieres el misal?, le dijo la señora, una de tantas que permanecían en silencio, como si en verdad aquel infierno le quemara siquiera un dedo de sus manos, pero allí permaneció hasta que hubo terminado la misa, luego, se fue. Todos se fueron.




-No, dijo. Y de nuevo volvió a mirarlo. Era tan bello, tan sereno dormía. Quiso romper con sus manos el cristal, y gritar, y correr y besarlo. Pero clavó las uñas en su estómago, y sangró su boca y quiso vomitar la cruel despedida...


Ellos no saben de la mar que en belleza supera.


Ellos no saben

de la mar que en

belleza supera

al más hermoso volcán.

Ellos no saben de la 

traición que la belleza

pueda matar

Mar, el mar, la mar


Sirena, lobo, sirena, lobo.

Y en caracolas se duermen

sin saber dónde están.


Ellos no saben de la mar

que en belleza supera al más

hermoso volcán.


Duermen, duermen para siempre

Caracolas son sus tumbas

La mar, el mar ,la mar

de su hermosura traición

de sus aguas cristalinas

nubarrones.


Siquiera saber que aún en 

su belleza mar, volcán, mar, volcán

como las sirenas de dulce cantar

se llevan, se llevan las almas

en lo profundo del mar, la mar.


 

Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...