Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

martes, 23 de diciembre de 2014

Hijoputez sincrónica




¡Más alto, más alto! decía aquel señor. ¡Espalda erguida! , decía la señora aquella toda vestida de negro; enjuta, blandiendo al aire el bastón igual que una espada.
Por entre los cristales unos gatos lamiendo sus patas. Arrecia la lluvia, de tal modo, que los chuzos caen como dardos envenenados y los rosales mueren al instante, ahogados, ahora sus caritas rosas castigadas, porque, el viento, azota, azota, azota…, La milicia cruza la calle a pié marcando el paso, uno, dos, uno, dos. Un millón de pasos chapoteando, y las ranas croan, croan y no paran de croar. Una fila de gallinas decapitadas y junto a ellas las ristras de ajos se agitan al soplar la brisa.
 Danza, danza ella y los tobillos sangran, sangran. ¡Más alto, más alto! ¡Espalda erguida!...,


8 comentarios:

  1. Viejos tiempos que se recuerdan en estas fechas.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Qué imagen!!!

    Esas gallinas decapitadas son inolvidables.
    Que llueva, que llueva.

    Besos.

    ResponderEliminar
  3. ¿Una profesora de ballet como una sargenta implacable? Hijoputez sincrónica... Me gusta si es que he llegado al quid de la cuestión. Un beso, María, y felices fiestas.

    ResponderEliminar
  4. Mirada al frente, paso firme y a no detenerse jamás, ni siquiera para morir...

    Suerte

    J.

    ResponderEliminar

Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...