Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

martes, 17 de noviembre de 2020

Cigüeñas

 


Mayestática permanecía aquella señora.

Probablemente algo la había distraído, de modo que, ahí seguía con la mirada fija a un punto invisible: quizás al horizonte sin saber que esa delgada línea separaba el mar del cielo. 


El corretear de algunos niños hizo que girara la cabeza algo sorprendida debido a su estado de hipnosis. Sonrió.


El campanario adornado con un nido esplendoroso bien cuidado. Mimado.

Cuando repicaron las campanas, a las seis en punto de la tarde la señora se dejó ir a ese punto invisible del cual no retornaría.


Habría elegido la felicidad, quizás.

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