Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

viernes, 19 de septiembre de 2014

El viaje





Seguramente no se habría fijado en la cantidad de personas que caminaban a un lado y al otro; de personas aguandardo en la cola para embarcar; de los kioscos atestados de revistas, cigarros, y toda clase de abalorios...,
Y es que desembarcar habría sido algo extraordinario. Debió salir con una euforia atípica, una exaltación que sólo él habría sentido. Magníficamente vestido a lo Livingstone: Botas, pantalón bombacho, y una gorra de ancha visera, sin duda alguna así habría salido por la puerta de desembarque. Cada cual con sus maletas, sus bolsas; cada cual en ésta cola o en ésta otra. Unos hacia América, otros a Europa...., 

Había que verlo traspasar el largo pasillo; altivo, con algo de coquetería femenina. Una sonrisa expectante de brotar como una carcajada, si, eso pude ver en su rostro; con la mochila a cuestas, serpenteando, esgrimiendo el paraguas igual que una espada; estirando el cuello orgulloso se alejaba entre la muchedumbre; evidentemente, nada habría de escuchar, nada habría de ver; ya podía estar atestada igual que un mercado de abastos la terminal. Ya podrían retumbar las miles de voces dentro, a Livingstone le superaba la sensación de libertad que se había traído de aquellas tierras.

8 comentarios:

  1. Bonita llegada de ese largo viaje.
    Un abrazo.

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  2. Eso si que era aventura.
    No lo de ahora.

    Besos.

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  3. Maravilloso viajar,pero no lo es menos imaginar,a veces a donde no llegan nuestros pies,nos llevan nuestros sueños.
    abracitos María

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  4. ¿Y quién habría de quitársela sino él mismo?
    Cualquier paraguas nace sabiendo que, en algún momento de si vida útil, será transfigurado en espada.

    Saludos

    J.

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