Se mantuvo al margen. Siempre lo hacía. Lo que presuntamente parecía una huida sólo era discreción.
"Las notas de un piano son como esas golondrinas, que vuelan libres surcando un cielo, o un aplauso merecido, la bienvenida al mundo de una criatura. Lo sensible", eso meditaba a la espera de que alguien avisara, que la llamasen para declarar algo que no terminaba de comprender. Quizás para ella era injusto, pero habría de entrar y jurar la verdad. De modo, que allí estaba sentada en una silla burdeos y contestando una, por, una las preguntas. La rectitud y honradez formaba parte de su carácter, un carácter nada complicado. Extrovertida, pero comedida.
Recordó aquellos días de la infancia en la escuela, antes de aprender a leer y escribir había que moldear el carácter, sentarse adecuadamente, aprender a dialogar, ser paciente.
La transgresión estaba vetada.
Cuando regresó a su casa lo primero que hizo fue tomar un baño, de esos que besan todo. Agua templada y una copa de vino.
Sonrió, y volvió a sonreír.
Sabía que había derrotado al enemigo con la prudencia que la caracterizaba. Con la clase bien aprendida de lo de moldear el carácter.
Janis Joplin sonaba, y ella volvió a sonreír con los labios manchados de tinto. En la encimera un ramo de gladiolos.
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