Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

martes, 9 de junio de 2015

La colcha de patchwork





Había pensado en dejarlo, el tener casi por costumbre un cigarrillo entre los labios, un vicio, que sin embargo para ella era puro entretenimiento, un juego, como cuando en algunas ocasiones convertía en puras jaretas la tela de la alforja, era cuestión de carácter el de ella: Ansiosa, algo creída y quizás un tanto provocadora. Pensaba que a las personas se las conoce por el modo en que caminan, o, por la manera de dirigirse al preguntar algo; un criterio que llevaba con convencimiento. La gente insegura se golpea una y otra vez la cabeza y los chichones crecen vertiginosamente, es una lástima verles por las calles, se decía. A pesar del jolgorio de la avenida a esas horas tempranas, a pesar de que el cartero llamase a su puerta, y que desde la agencia la hubiesen llamado repetidas veces por su ausencia en el trabajo, nada pudo evitar que tal día como ese, y a primera hora de la mañana se hallase mas dormida que nunca, y las jaretas en cascada por la colcha, y el cigarro pegado a su boca, y la muerte con ella...,

8 comentarios:

  1. Y de todo era testigo esa colcha...
    Un abrazo.

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  2. Gente social y adormecida. Triste y sentido.
    Como siempre, un texto inigualable.
    Abrazos siempre.

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  3. Un triste final, mientras iba creando la colcha su vida tristemente acababa...
    Toda su arrogancia quedo truncada ..

    Un calido abrazo

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    Respuestas
    1. Gracias Snyder por pasar y comentar.

      Otro cálido abrazo para ti.

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