domingo, 8 de febrero de 2015

Las milicias




Por aquellos años había  nevado copiosamente y eso dificultaba las labores y los menesteres de los vecinos, que, aunque habituados a las bajas temperaturas y los duros inviernos,  en cuanto se cruzaban los unos y los otros por las calles cubiertas de escarcha, nunca faltaba alguien que se pronunciara hablando del crudo invierno y del frío que calaba los huesos. En varios días la alarma no había avisado de ningún avistamiento de obuses; de modo que se respiraba cierta tranquilidad por aquellas tierras del norte, donde los álamos blancos ornamentaban plazas y paseos.
Las lavanderas se afanaban por terminar pronto el reparto diario de la ropa blanca para la posada, de la que era dueña Nekane, una mujer robusta, con el rostro moteado de blanco, igual que cuando un manzano se llena de hongos. Un día llegaron un grupo de milicianos y se hospedaron en casa de Nekane, dos de ellos no pasaban de los dieciséis años, los restantes ya cumplían en cierta medida con una edad propia para ser oficiales: Dos capitanes y un general. Cada noche se reunían en la salita junto al brasero y fumaban habanos, y Nekane procuraba que no faltara aguardiente y esos dátiles tan dulces que abarrotaban  la despensa, por lo tanto y agradecidos de las atenciones de ella, y a pesar de su aspecto un tanto desagradable y por los años, que ya sobrepasaba esa edad gloriosa de la juventud, la llevaban a los goces de las caricias de cada uno, y Nekane no  oponía resistencia en   lo que para ella significaban aquellos momentos de renacer en sus propias carnes de los años juveniles. Los imberbes no descartaron su compañía  en aquella fría habitación con ventanuco en forma de ojo de buey y por el cual se divisaban las montañas pertrechadas de gruesas capas de nieve.
Llegó un día en que los obuses aparecieron sobre el cielo gris del  invierno igual que aves rapaces. Aquellos hombres y mujeres vivieron en la medida de lo posible que se pueda vivir, cuando se es azotado por látigos de fuego. Daba igual que en verano florecieran toda clase de azaleas y geranios, y que las calles del pueblo se quedaran desnudas del hielo; el paisaje seguía siendo desolador y el propósito del enemigo no menos desalentador…,

viernes, 6 de febrero de 2015

Golpe de suerte



Las historias vagan en círculo durante mucho tiempo, es como si orbitaran. Esta historia comienza en la última planta del edificio mas grande del mundo, el que se cruza con toda clase de nubes y en el que, a veces se puede ver, además del viejo  arco iris, la aurora boreal. En la terraza todo eso se podía  ver muy bien, muy claramente. Janes y su amiga Juliana, ese día, danzaban alegremente, mientras sucedía, que Dios abrigaba el cielo con un gran manto de lana con matices de colores. Janes, precisamente había escogido ese día, lo habría pensado mucho, solo hubiera bastado un salto vertiginoso sobre el mar de nubes y ella hubiera formado parte de los pequeños átomos que orbitaban. Pero hubo cambio de planes: Dios lo había trastocado todo...,

jueves, 5 de febrero de 2015



Esa sonrisa se habría multiplicado esplendorosamente en pocos segundos, porque en el callejón nada habría para provocar tal acontecimiento. Los callejones normalmente son oscuros y en raras ocasiones tienen algún foco de luz en alguna esquina. De modo que seguiría sonriendo mucho mas que cuando hubo empezado a recorrer y contar cada uno de los zócalos, dado que al otro lado de la calle el estruendo era insoportable, pasos intrépidos, bocinas chirriando igual que un puerta vieja y carcomida, y a pesar de todo eso, el sol se había colado por entre los labios y no tendría inconveniente alguno en cruzar la calle ruidosa y además saludar complacida a los que a esas horas la transitaban. Todo se hallaba en su interior: Un parterre de geranios...,
Siempre hay dos caminos que se cruzan en tiempo real y esos caminos son todos los pasos que cada cual haya dado, dos caminos que son como las ramas de un árbol cuando se entrelazan, porque ellas intercambian su fragancia, su savia, y sus caricias; por lo tanto escuchen: Esos caminos son la vida que sucede a medida del paso de los días y de las horas. Deben de cruzarse pues para poder descifrar ese maravilloso código, esos mensajes que se encuentran en diferentes sobres y en ambos trayectos...,

miércoles, 4 de febrero de 2015

Desde el encierro y otras veleidades


Escuchad lo que os digo: Vos sois para mi la magnificencia, os llevo observando mucho tiempo desde este encierro que yo mismo he construido, en muchas ocasiones me he cuestionado muy mucho la oración y consentir vuestra imagen venerada, lo cierto es que postrado aquí en este oscuro lugar mi grito pues es para vos, para que podáis oír lo que mi lengua reseca y muda hasta entonces quiere deciros…, No es dicha y desdicha del hombre lo que en estos momentos quiero decir, esto es mi encarcelamiento señor, mi deuda quizás con el mundo. Hace mucho tiempo, mucho, diría que casi mil años que siquiera comenzaron a redimirse los pecados, si es que se redimen. Porque es tan fácil Vuestra Merced, es tan ligero decir: He sido redimido de todos mis pecados, de mis infortunios, de prolongar un daño a posta por no permitir que de mi se escapara una brizna de compasión, siquiera solo por mi alma. ¡Oh, mi soledad! ¡Cuántos aterradores lugares ha visitado! Azor norteño, juvenil en otros tiempos, ahora entre barrotes, maldiciendo lo que la mente creía una sola realidad; ahora deseo separar la paja del grano; creer que ese horizonte que separa el cielo y la tierra esconde la perfección, la beldad, si, siempre ha estado ahí ante mis ojos llenos de rabia y de sangre, de ausencia de equidad para con los demás y para conmigo; rabia, rabia, rabia…,

La ponzoña se adviene a mi piel y quema igual que lenguas de fuego orbitando en el techo de mi destierro. ¡Qué espanto verlas! ¡Cómo escudriñan con besos malolientes! ¡Ay lenguas de fuego, un vampiro trepando por mis venas, fustigando mi espalda! Yo quiero ser el hombre pobre señor; remar, remar hasta la orilla y romper los hierros de este encierro. ¡Oh, mi Dios! Que yo soy un hombre pobre, que siempre lo fui; dadme pues una gloriosa bienvenida a este otro lado. Fuerza y valor quiero para dejar este destierro maldito por vos un día. Seré pues el aguerrido guerrero que ha de ganar la batalla, la más grande de las batallas, la que se urde en el pozo del alma…,


lunes, 2 de febrero de 2015

Si, definitivamente todo se observa mejor y de todo podemos reflexionar, cuando en una quietud infinita y en algún lugar cómodo, con la barbilla apoyada en el brazo sentimos la imperiosa necesidad de ello...,


La vida nos proporciona todo aquello que deseamos y todo es dado, nada se es negado; cada tiempo que transcurre es más hermoso que el anterior, porque es la propia vida que se renueva. Es una estela muy luminosa, es una señora amable, sincera, que apuesta siempre por un nuevo amanecer, aún en días grises y aún en días de derrota; entonces cada cual ha de escoger, igual que un día de mercado en cualquier puesto...

María Gladys Estévez.

Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...