Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

domingo, 8 de mayo de 2016

Todas eran buenas




¿Y qué decir de esa conversación de la operación púnica?, mejor asentir con la cabeza, y dejar que fluyan verdades o mentiras, al fin y al cabo, no era lo importante de aquella reunión. Tampoco habría de tener importancia si esa señora que se sentaba en la purita esquina, tuviera por costumbre comerse las uñas, que luego, disimulaba con mitones en sus manos, sobre todo cuando tenía que asistir a alguna celebración. Debía de haber pasado mucho calor con ellos puestos, pero la vergüenza podía más, y demostrar a los demás que tenía los dedos hechos un desastre porque siguiera podía lucir esmalte, eso para ella era peor que prostituirse. Claro está que no podía renunciar a esa enfermedad, esa de comerse una a una todas las uñas de sus diez dedos.

En unos instantes todo se había convertido en el muro de las lamentaciones. Realmente parecía eso, un muro enorme de lamentaciones, un bosque de grises matices, con una mesa enorme en el centro y las personas alrededor, con sus tazas de té en las manos.
Siquiera importaba que las criaturas que jugaban en el patio central recurrieran al consuelo a alguna de las madres porque sus rodillas fustigadas sangraban. Nada de eso tenía relevancia alguna.

¿Tanto tiempo ha pasado? Dijo Diana-

Tanto, tanto, tantísimo, respondió, por la sonrisa de su boca, era con un tono bastante cínico.

De algo le había servido estudiar en la universidad, creía ella, claro está, porque para responder mentiras o desviar una respuesta hacia un lado u otro, no hace falta ser titulado. De modo que con el cigarrillo entre sus labios volvió a contestar: Tanto, tantísimo…

Leonora tenía cinco niños y Diana no supo ser madre, o bien, la naturaleza no la proveyó de ese galardón o premio o, milagro. Como quiera que Diana a eso no le influyera en demasía, ya estaba al tanto de las reacciones típicas de Leonora.

Todo ese gran acontecimiento en ese bosque gris y alrededor de la mesa con las tazas de té en las manos y alguna pasta rancia, no era ni más ni menos, que la reunión de todos los meses, de unas amigas, que un día posiblemente lo fueron, pero que ahora, cada cual habitaba donde placía y reaccionaba como tal, y además los sentimientos ya lejanos, ahora se encontraban en un pozo profundo de iniquidad, egoísmo, y un largo etc..., de imprudentes mujeres, avariciosas algunas, otras muertas de dolor, y otras mirando al frente, como si nada hubiera pasado.

En fin, dijo la que portaba el escrito que casi era como un manifiesto, ya estamos aquí otra vez, celebrando la amistad y que perdure, amigas…
El chasquido de las copas al brindar se convirtió en un mal rayo dañino…





6 comentarios:

  1. Hay demasiadas veces que la palabra amistad no es solamente eso, una mísera palabra.
    Como siempre, muy bueno.
    Besos Siempre.

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  2. La amistad se consagra sí, pero se va construyendo día a día.
    Un abrazo.

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  3. ¿Té? Así no hay quien haga amigas jajajja
    Buenísimo. Ya te he dicho que te admiro?
    Muaaaaak

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  4. Gracias mi guapa! .Eres un encanto.

    Muaaaakkkk.

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