Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Niebla





La quilla de un barco, eso había pensado cuando se fijó en el receptor de solicitudes que se hallaba al lado del ordenador. En esos mismos instantes y con la música de fondo de un tango, recordó la historia de Isabel, cuando tuvo que ir al muelle a despedir a su hermano para la guerra, para una guerra de niños que llenaban el barco, algunos, lloraban.

Lloverán obuses, pensó Isabel, lloverán sobre sus cabezas y destruirán sus vidas, todo se borrará en sus memorias y las secuelas serían espantosas en los pocos que habrían de volver. Entre ellos, con suerte, regresaría su hermano, su adorado hermano, con un cabello rizado y con un bigote bien lustrado; probablemente llegaría a tierra con la vieja mochila a un lado del cuerpo, quizás con una sonrisa o tal vez, con la cabeza en otro sitio. Las guerras son crueles, y casi nadie que vuelve viene igual que antes, nada más basta observar los rostros alicaídos, amarillentos. Los ojos no tienen vida, ahora son opacos, y dentro de ellos se quedan por siempre los fantasmas que cada noche rasgaban los cuerpos, roían como ratas sus oídos, y las llagas se multiplicaban en las piernas ,y en los brazos y, en la comisura de los labios. Era una plaga infernal que se cernía sobre ellos y también en las casas y en las iglesias.

Las personas se vuelven enemigos de sus mentes, mascan todo lo malo que resuena en sus cabezas; enloquecen de hambre y de miedo en medio de la insoportable situación, que, por una razón u otra se acomoda dentro perforando hasta las entrañas. Regresó un día el hermano, pero ya llevaba el puñal clavado muy adentro, y los días venideros fueron tan malos como los de antes...Noches de insomnio y días con pesadillas. Lo tendría con ella otra vez, pero marchito.

Volvió a mirar el receptor de solicitudes y esta vez se había quedado la niebla, solo eso, al fin y al cabo las cosas llegan a su fin...





9 comentarios:

  1. Eso ocurre en las guerras y mucho más.
    Nadie gana y todos pierden.
    Nadie es igual después de una guerra ni los que vuelven ni los que nunca se fueron, que también sufrieron las consecuencias.
    Un abrazo.
    Ambar

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  2. Perfectamente hilado el título con el relato. La niebla que no termina de disiparse por los siglos de los siglos.
    Besito amore

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  3. De entre la niebla surge el recuerdo y se trazan fantasías y realidades.
    Un abrazo.

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  4. Pide un deseo.
    -Quiero que caiga una droga del cielo,
    puro veneno,
    que haga del mundo un lugar más ameno.

    Y respirar, que entre bien dentro sólo con respirar.

    Hoy adoptó versos de Robe. Porque no tengo palabras para semejante relato.
    Besos siempre.

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    Respuestas
    1. Si eso quiere decir que te gusta lo que quiero expresar, pues me alegro profundamente.
      Gracias por ese verso tan hermoso.

      Besos siempre, siempre...

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    2. Cierto, nadie es capaz de disipar esa densa niebla, y menos, esos a los que no les duele.

      Besos siempre.

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