viernes, 31 de mayo de 2013

Imágenes





Humea en la cocina cuando el café empieza a tostarse gira y gira la paleta de madera y mis ojos se quedan mirando las manos morenas que no dejan de mover. Se cuela el humo blanco  por la ventana verde de pequeños cristales que permanece ligeramente alzada, se escapa al pequeño huerto dejando el aroma.
Al otro lado de la casa la habitación que duerme los sueños al mediodía, aún refleja los destellos que la luz provoca; entonces el techo se llena de figuras que corren de un lado a otro, juegan. Alguien sale y cava un surco en la tierra, deja unas semillas y las cubre con una sabana para que duerman y crezcan, serán los brotes, los que unos meses después pinten de verde ese pequeño espacio sagrado, amado.
Cada rincón, cada mueble me lleva a una historia; la cristalera de copas ordenadas de mayor a menor tamaño, entre ellas, fotografías de unos rostros infantiles y otros clavados en el pasado, como si nunca se hubieran  atrevido escapar.
La silla de mimbre con el espaldar alzado es igual que un regazo, se mantiene tibia, porque los sueños no terminan de irse, porque es ocupada por todos en una determinada hora del día, o de la noche.
El árbol del huerto huele bien,  está repleto de adornos casi redondos en una tonalidad irisada de amarillos y ocres, los abalorios de frutas se palpan con suavidad y quedan entre mis dedos el aroma. He visto la melaza de esas frutas en botes cuidadosamente tapados, para que no pierdan las propiedades.
Son muchas las veces que me alejo pensando que todo aquello se difumina igual que la paleta diluye en el lienzo las figuras y las matiza. Pero todo se agrupa, y lo mismo que un gigante imán se pega y me devuelve otra vez al mismo sitio.
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martes, 28 de mayo de 2013

Los días malos




Cierra los ojos y  con la cabeza hundida en la almohada enfoca a la vidriera de  cristal cóncava de múltiples colores. Saliva un hilo desmadejado que cae gota a gota;  aún permanece el bullicio de las voces golpeando en ambas sienes y por eso encoje las piernas deseando ser un ovillo. El roce de las rodillas hace daño y también el corazón cuando se entierra bajo las sábanas de hilo;   algún recuerdo llega y provoca esa sensación de quemazón, de angustia, que se diluye cuando aflora una leve sonrisa de unos labios entreabiertos, agrietados. Un destello desde fuera hace que mire el ventanal en un   ángulo exacto y como un caleidoscopio giran entrelazadas las horas malas.   Un rato al día para que las muñecas de las manos queden libres, y los dedos dibujen desde esa perspectiva  elegantes cisnes en la pared.

sábado, 25 de mayo de 2013

Callado encuentro

En las desiertas horas de la noche,
en la avanzada madrugada,
las voces que antes estuvieron calladas,
ahora resuenan dentro.
Dime porqué ese callado encuentro zumba en los oídos,
Dime porqué se esconden aquellas ¿acaso la luz sea el impedimento?
En las desiertas horas de la noche,
en la avanzada madrugada,
como un ancla se clavan en mi pecho,
no son besos los suyos, son rogativas,
¿Es que acaso llevan el frío por dentro?
¿A dónde fueron cuando partieron?
Me faltan dedos para tenerlas sostenidas,
para que no lloren...
En las desiertas horas de la noche se mecen en mi almohada ,
se mecen las voces, que por unas  horas duermen sin frío.


jueves, 23 de mayo de 2013

Queriéndome



Hace un millón de años que estoy aquí, queriéndome esconder detrás de todos los lugares que no tengan esos bloques de cemento gris. Quiero huir a otro mundo que conserve el aroma de un pastel de carne, o de un bizcocho de limón.
Como cuando observaba un enorme sol regando la huerta de luces, mientras el arrullo del columpio se  alzaba más y más alto y podía ver desde arriba lo diminuto que se hacía el trillique.
Enormes varas erguidas convertían el jardín de un verde oliva que se llenaba de historias, de batallas de guerra, con pasadizos que llevaban al patio donde una limonada aparecía a las cinco de la tarde, en verano.
Sin embargo, hoy me pareció un día como los de hace un millón de años; oloroso, verde, con alguna tímida nube casi transparente, pero con ese sol regando mis pasos descalzos en la arena tibia.
Detrás, feliz,  me seguía ella. No acostumbro girarme para verla, pero hoy, si.

martes, 21 de mayo de 2013

Deseo púrpura

El tugurio habría sus puertas a partir de la madrugada, cuando salían al callejón las almas en busca de un trago, de olvidar. 
Norma para los amigos, pintorreó sus labios y desató un mundo. Los besos que quedaron  fueron tatuajes en cada esquina de su piel.
Había visitado a un yerbatero para que le quitara de golpe  las  lágrimas y al demonio para dejar de ser lo que en el fondo añoró toda su vida.
Permanecía detrás del viejo piano, en el humeante espacio. El aroma que desprendía atraía de un modo  desmedido a los varones esposados, que  la veían como la reina, la dulce  Afrodita  venida de la isla de Citera. Regresaban a sus hogares henchidos de una fugaz felicidad, impregnados de sus secreciones.
El leve movimiento de sus caderas, el insinuante vaivén. El encaje rojo del vestido dejaba entrever un sexo inquieto. Algunos palpaban y ella se dejaba mientras despedía de sus labios espirales de humo en cada bocanada.
Mauro la acompañaba cada noche. Quedaba dormida en su pecho, como una niña.

sábado, 18 de mayo de 2013

En verano

Los cristales dejaban ver la luna y las estrellas. A partir de las ocho sólo hablaban  los susurros que me hacían temblar pensando que vendría aquella gran sombra entrando por el quicio. Cada cual  en su habitación, golpeaba en todas sin éxito. Entre las almidonadas sábanas rogaba al sueño que dejara su mano en mis ojos para dormir. Las lágrimas ayudaban como una capa pesada, dejando a veces el sueño pasar.
Los perros ladraban con secas gargantas y los grillos golpeaban mis oídos que se cubrían entre los almohadones. El pan tostado, el café recién hecho me devolvía la luz que la noche robaba cómplice. La ciénaga limpia como la plata relucía y regresaba mi sonrisa. De día las sábanas volvían a brillar como lamparillas, de noche se movían tenebrosas por los pasillos...

miércoles, 15 de mayo de 2013

Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...