Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

jueves, 21 de enero de 2021

Cuando los pájaros llegan

 


Pensó que, aunque no tenía gana de levantarse porque el sueño había atrapado su cuerpo, (La manta de lana tan cálida como un beso), lo hizo.Lo primero que escuchó fue el rugir de las olas. Un mar que amanecía un poco agitado. Por esos días el batir de alas espumosas estallan estrepitosamente contra las rocas y como una fuente dispersa miles de gotas alrededor del faro. 

De modo que subió la escalera de caracol después de haber tomado un café y una corteza de pan con mantequilla. Desde arriba todo se veía deslumbrante. Estiró los brazos y bostezó, y al hacerlo el sol entró, entraron los albatros; el perfume de las algas. Y una débil luz de luna que ya se había retirado para dar paso al mago de la luz.

Los pájaros se arremolinaban alrededor del faro como chiquillos cuando salen al recreo, y más porque las migas de pan nunca faltaban.

Un barco pirata se acercaba lentamente. Con su capitán y toda la tripulación. El arreciar de la mar dificultaba muy mucho que el viejo barco apolillado se acercara. Lo intentaron varias veces sin poder dominar el mundo de poseidón. A pesar del empeño, de las órdenes de acercamiento, al final tuvieron que retirarse tan lentamente como llegaron. Los estuvo observando todo el tiempo, (Una sonrisa pícara se dibujó), hasta que su vista alcanzó. Ya era costumbre de verlos. Pasaban de tarde, en tarde, pero pasaban. 

Después del mediodía se dedicó a limpiar unos platos, y claro está las lentes de Fresnel, meticulosamente, cariñosamente.


Los haces de luz que un día conquistaron su corazón. Como hadas caprichosas...







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