Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

martes, 12 de enero de 2021

Tiempo de ausencias

 

Dijo que lo haría, lo confirmaría más tarde, cuando salió al pódium.

Hablaría de esa noticia inquietante, hablaría de su nuevo libro. 

Una se siente dichosa cuando de repente una ofrenda se le es concedida, una oportunidad muy deseada, muy estimada. Algo que siquiera se pueda expresar, es como si de repente una pudiera volar alto, surcar un mar, un cielo. Recrearse con la impresionante vista de los volcanes, las altas y nevadas montañas, las nubes. Bandadas de pájaros se cruzarían, y todo sería normal. Una normalidad que, en este caso podría serlo.

 Desde tiempos inmemorables el hombre a deseado elevarse muy alto, cruzar la tierra de lado a lado, o mejor dicho, alrededor, en un vuelo majestuoso. Como un águila. Como cualquier ave, cuando en las estaciones recorren miles de kilómetros. Sin descansar a penas, para luego anidar aquí o, allá según la época, la estación.

El caso es que una vez hubo terminado de hablar y de recibir las felicitaciones de las personas que acudieron al evento, se retiró a la casa de la playa. Se despojó del vestido, de los zapatos, del sujetador, de las bragas, y se fue al mar, que la esperaba, la deseaba...


Olas cálidas abrazaron su cuerpo. 


Regresó a la cabaña con un pequeño porche, y se dejó caer en la cama, desnuda, húmeda, feliz...


Unos instantes de ese pervertido gozo la dejó fuera de servicio. 

Hasta que al amanecer recibió la carta, una carta llena de ausencias, y no de letras...


 

1 comentario:

  1. Antes las cartas daban miedo.
    Yo llegué a ver sobres con los márgenes enlutados.
    Era para prevenir sustos...

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