Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

sábado, 30 de septiembre de 2017





¿Quién salva a los poetas?, a las personas que quieren dejar letras en cualquier rincón, en un folio, en una pared, en el tronco de un árbol. quién? Nadie es capaz de ello, nadie que no sepa que cuando algo se escribe no es por dejar palabras huecas- Es a veces un agotador camino, un delirio de espejos, de voces, que revolotean sobre las cabezas. Manchar un amanecer de amarillo, por ejemplo. Ensuciar la noche con un incesante e inquieto ir y venir, por cualquier pasillo..Mancharse las manos de sangre de letras. Sonreír porque en un instante llega, llegan, llegan las letras de ayer.. de hoy. El silbido de un viejo tren avisa que hay que empezar, de cualquier forma. Trastabillando si es posible por el estado de ebriedad, si, realmente es eso.
¿Pero quién?¿Quién da un paso adelante, para probar que no están cuerdos? Esa locura es como estar en el vientre, aún con los ojos cerrados, embelesados entre la cálida y protectora bolsa de agua.
Toc, toc, toc, Alguien llama a la puerta. No. Nadie a estas horas.. son las palabras que quieren salir. Muertas, vivas, locas, atrevidas, asesinas, perversas, provocativas. Letras que en realidad son el espíritu que reclama, el que pide ayuda, Tiene que salir! Ha de brotar y llenarse todo de cuervos, y aves preciosas.. Escribo, escribo..duermo: Delirio.

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