jueves, 31 de mayo de 2018
martes, 29 de mayo de 2018
Yo te he mancillado,
porque toqué tu cuerpo,
y tenía mis manos llenas de
barro...
En ti ha quedado la mancha,
los besos,
mi posesión anclada a tus
piernas...
Yo te he ultrajado.. he
pecado, gravemente,
porque supe cómo eras..
Eres un dios que se retuerce
en un mar de placer...
He querido sentir cuando tú
sientes,
al mismo tiempo y los dos,
como cuando a veces el sol y
la luna se acarician.
Nada es mejor que dejarme ir,
a sabiendas, que tú, lo mismo haces.
Eres mi espejo, mi yo.
Mi caudal repleto de besos (
Ánfora)
Te quiero en mi ombligo a
gotas,
a ríos cuando te desbordas...
Y te quiero despoblado,
indefenso...
Tú, mi invitado de siempre...
que llevas pura melaza para el
bien de mis pechos..
Mejor una copa de tu río,
mejor beberte.
Pecado forzoso, río de tinta,
te quedas con mi sello en tus
labios...
lunes, 21 de mayo de 2018
Aún
en el desastre que causa un bombardeo en una ciudad matando
personas, quemando casas, destripando ilusiones, aún con tanto
dolor, puede quedar allá, en la cima de una pequeño monte, una fila
de retamas, un pequeña plantación de romero, o de lilas. Y es que
la vida es ese sentido del que nunca se tiene consciencia del todo,
la vida es lo que hacemos mientras tanto; es una frase que he leído
por ahí, o algo así dice. El caso es que en parte es cierto, aunque
la certeza nunca es probada, es mi opinión, la aprobación de
cualquier cosa es algo poco tangible, algo probable, como cuando dos
realidades se enfrentan ¿Cual de ellas es real? ¿Qué es la realidad?...
De modo que nadie unge heridas, nadie es fiel al esclesiastés,
siquiera se tiene la certeza que el hombre sea capaz de asumir el
caos, o, la felicidad; realmente esos lirios, o esa fila de retamas
puedan crecer a pesar de los enfrentamientos, de sesgar las vidas de
los demás, podría decir que el caos, es realmente lo que sucede al
rededor, la causa y efecto de todo.
Por
lo tanto, mientras alguien muere, viene al mundo una criatura.
Mientras se bombardea sin piedad algún un pueblo, la causalidad se
adviene, quizás por capricho o locura, o devaneo, pero lo insólito
es que mientras agonizan voces y gritan hambre, y se devastan
hogares, puede surgir de la nada lo más hermoso, lo simple, es decir
la vida y el caos de ella misma.
lunes, 14 de mayo de 2018
El aroma de los silencios
Solo quiero silencio donde reposa mi memoria,
Arbustos donde se esconde mi vida programada.
Un alzar la mano para un adiós,
Despedida.
Y luego el violín tan niño, tan doblemente hermoso,
Resuena en mis oídos...
Un niño blanco y hermoso, delicado...
Te pariría mil veces,
Mil vidas.
Este mundo de adversidades,
estos años de adornar paredes y cunas,
Doblemente silencio ya estoy dormida...
miércoles, 25 de abril de 2018
Diluvio
Todas la noches se vuelven sueños,
Un mar se derrama dentro, de lágrimas,
Un atizar de terribles granizos...
Infringir
La ley bastarda que mata a los estados,
La falsa omnipresencia de un Dios,
promesas, promesas: un techo sin estrellas...
Alguien se dijo: Asesina
En la oscura y silenciosa habitación,
De mesita negra con una tetera,
En el suelo la boca llena de pastillas para morir...
Tengo que no tengo
Desnuda el alma,
por descubrir nada.
Aflicción, derrota, miedo...
Folios en blanco
Superpuestos, uno a uno,
dentro la sangre molida de mis labios,
cuando suelto un grito, cuando se haya boceando un múltiple,
orgasmo...
lunes, 23 de abril de 2018
Alisios
Allá
por el año mil novecientos setenta y siete siendo yo una jovencita
recuerdo aconteceres gratos, llenos de emociones, de ilusiones, de
esas intensas vivencias juveniles que se quedan grabadas para siempre
en la memoria, en que, unos dos o tres días en semana unas primas, y
yo, solíamos acudir a casa de mi querida abuela Isabel, que residía
en un camino llamado las mantecas en el barrio de la Cuesta.
Esta
noche pasada soplaron los alisios, de forma diferente, un tintineo de
notas musicales se expandían hacia todos sitios. Ese viento amable,
mesurado, que acuna como cuando una se adentra en un mar calmo y se
deja llevar y abrazar, un viento que sacude una alfombra de
vivencias, y dado el caso, quiero contar lo acontecido ese año en
que aún pensaba que el mundo era aquel camino de las mantecas. Dado
que la orografía de mi tierra hace que abunden múltiples pendientes
naturales, el camino era una de esas pendientes, pero aunque hoy en
día ha cambiado notablemente, aún sigue teniendo la magia que al
menos, a mi me producía el recorrerlo hasta la casa de mi abuela.
Por aquel entonces, los cipreses adornaban todo el trayecto, era una
magnificencia contemplarlos, y cuando los alisios soplaban en épocas
de primavera y verano se les podía ver mecerse arropados unos a
otros, como si en verdad dieran la bienvenida, como verdaderos
anfitriones. Las casitas pintadas de colores, algunas con terrazas y
sus balaustradas, y portones lucían sobre todo por la mañana con
ese color ocre que da el sol en su despertar, impregnando fachadas y
azoteas de esa maravillosa luz de dioses.
El
olor a café recién tostado y aquella cocina chiquita y limpia, y
con encajes en las baldas como adorno, y el caldero al fuego con el
potaje guisándose lentamente, sin prisas, como cuando una se detiene
para observar aquella nube que se aleja adormecida por las
corrientes. Todo en aquella casa era magia, los geranios en la
azotea, los peldaños de la escalera con soportes y jazmines en
ellos, Ver a mi abuela en la cocina con su mandil de cuadros, sus
ojos verdes, su piel oliva, su pelo negro intensamente negro.
Siquiera se le podía escuchar caminar por las habitaciones, o por el
patio, con un guayabero espléndido, siquiera ahí, cuando
delicadamente quitaba las hojas secas y daba la vuelta a la fruta por
ver si ya maduraba, era tan sumamente silenciosa, sin prisas, un
caminar de leve paso, tanto que a mi me parecía que casi ni rozaba
la baldosa.
Una
se va a la cama con ese dulce recuerdo y también se deja mecer al
escuchar el viento alisio, cariñoso, dulzón como un vino de brumas
de ayosa…
viernes, 13 de abril de 2018
Del arrabal a la luna
Cuando cae la tarde y el cansancio del día pesa como una manta de lana
sobre los hombros de hombres y mujeres, y los niños ya están dormidos por el
mecer de unos brazos, con las barriguitas medio llenas, se arremolinan junto al
fuego los que han cumplido un día más con el trabajo. Se los lleva una luna
gigante a soñar, y soñando se habla de la jornada, y se habla de los hermanos
que dejaron atrás en otras tierras. Del puchero en que todos comen, con pan
duro, y unas risas, y unos llantos; supura la remembranza un gusano que se
arrastra por entre los pies de cada uno, y al acecho están de que nos les
perfore las tripas, porque otra cosa no, pero hambre, si. Se miran a los ojos
¿Quién contará una historia? Dijo alguien con un mendrugo pegado a la boca. Se
frotan las manos, se acomodan y una vez acabado el puchero, un cigarro humea y
parece una centella al reflejo de la
hoguera; niña termina de amamantar a la criatura, le dice el joven esposo, y
que duerma como un bendito, que ahora viene la historia y vente conmigo junto a
la llama., y si te duermes mejor será, que ya basta por hoy las horas de
servir.
Insisten y empieza la obra, una historia para sosegar el cansancio, para
provocar el sueño: Antonino dice que las lunas a veces son traicioneras, porque
aún con su luz blanca matan los sueños y también asesinas porque han matado al
sol. Igual son las rosas, que engañosas muestran espinas. Mientras tanto se
hilan palabras, se hilan , y durante velada crecen esperanzas. Pero suena un
Tango, alguien con un bandoneón remendado, hace que baile la noche, la noche
con perlas adornadas, con luces de la otra ciudad que tienen delante. Y unos
jóvenes bailan abrazados a la esperanza, abrazados a sus tibios cuerpos, y
relucen los rostros, y gira la vida, y vuelve un nuevo día de tangos, de
trabajo duro, de olvidar por unas horas que allá se quedan las tierras, que un
día dejaron porque se les secaba el alma, y la piel, de un caldo que no quitaba
ni el hambre ni las lágrimas…
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Ballade pour Sophie
Ballade pour Sophie
Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...