Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

lunes, 21 de mayo de 2018


Aún en el desastre que causa un bombardeo en una ciudad matando personas, quemando casas, destripando ilusiones, aún con tanto dolor, puede quedar allá, en la cima de una pequeño monte, una fila de retamas, un pequeña plantación de romero, o de lilas. Y es que la vida es ese sentido del que nunca se tiene consciencia del todo, la vida es lo que hacemos mientras tanto; es una frase que he leído por ahí, o algo así dice. El caso es que en parte es cierto, aunque la certeza nunca es probada, es mi opinión, la aprobación de cualquier cosa es algo poco tangible, algo probable, como cuando dos realidades se enfrentan ¿Cual de ellas es real? ¿Qué es la realidad?...

De modo que nadie unge heridas, nadie es fiel al esclesiastés, siquiera se tiene la certeza que el hombre sea capaz de asumir el caos, o, la felicidad; realmente esos lirios, o esa fila de retamas puedan crecer a pesar de los enfrentamientos, de sesgar las vidas de los demás, podría decir que el caos, es realmente lo que sucede al rededor, la causa y efecto de todo.
Por lo tanto, mientras alguien muere, viene al mundo una criatura. Mientras se bombardea sin piedad algún un pueblo, la causalidad se adviene, quizás por capricho o locura, o devaneo, pero lo insólito es que mientras agonizan voces y gritan hambre, y se devastan hogares, puede surgir de la nada lo más hermoso, lo simple, es decir la vida y el caos de ella misma.


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