lunes, 26 de febrero de 2018

Tú eres


El violín resuena más alto que nunca. Se hace eco en todos los rincones, en cada bosque pintado de azul, en lo alto de los tejados, en aquel barco que ahora iza las velas, que parecen alas de ángeles… Llora, ríe, las cuerdas se afinan solas. Ahora un estruendo se oye, es una danza del diablo, o una danza de dios, o de  krishna
Qué hermoso verlo ahí con sus manos jóvenes y blancas, ante la ventana abierta, sin cerrojos, sin vidrios, si, !él es intrépido!, y apenas si se puede ver bien el recorrido de sus dedos en las cuerdas porque es veloz, tanto como un meteoro . Es el el David de Miguel Ángel Buonarroti. !Es perfecto! !Es hermoso! Es de los mundos de los dioses, es una leyenda viva, una perfecta combinación entre un hombre y un genio. Es un todo. Mayestático permanece como si se fusionara con la música que sale en jirones, trastabillando, queriendo escapar de lo rutinario, de lo absurdo, de un mundo que aburre: Ignorancia, torpeza. Una sociedad que no esculpe, !solo fustiga!
!Do. Re. Mi. Fa. Sol. La. Si. Do. Re.! Ahora más impetuoso, ahora más suave… Precisión, astucia, benevolencia, humildad, envuelven la estancia, es el sabor y el olor que impregna todo, como cuando las magnolias, las lilas, en un remoto jardín de dentro…
Perfecto, si! El mundo se ha iluminado! .


sábado, 24 de febrero de 2018

Sonata



Es indiscutible que el sol fue la causa por la cual se había despertado tan repentinamente, o quizás no. 

Una pesadilla alcanzó la hora de la madrugada y se deslizó por entre las sábanas de hilo y arrancó un sueño que prometía ser calmo, como el mar, cuando dormita plàcidamente bajo el cielo..

Lo probable sería que permaneciera en vigilia hasta el amanecer, dependiendo de cómo habría sido ese sueño perturbador. 

Tambièn pudo haber sido, la sensación de vacío que le produjo cuando se acabaron los besos, besos que recorrieron toda la piel. Besos dulces. El amor sin ser amor, puede ser igualmente hermoso.. la pasión o la atraccción es igualmente valorada, es como cuando una ventana se abre y una brisa entra sin permiso y recorre todo, hasta detrás de las orejas...

Sin embargo, nada de eso habría sucedido: Los rayos del sol. La pesadilla.Siquiera alcanzar la piel que se hallaba al otro lado. 

Pero quedó un amargor, un hueco inesperado...

 

viernes, 23 de febrero de 2018

Me hablo



No me gustan los olivos no me dicen nada..

Escucha niña viejita, que ayer fuiste mayor, 

quedate atenta al discurrir de esas hojas abatidas por el viento,

hablarán, hablarán, y tú escucharás, pero no ahora... 

cuando te llegue el momento de volver.

Los olivos son sangre de la tierra,

son el extremo de la vida, en el mismo borde filoso (donde tú te hallas)




miércoles, 7 de febrero de 2018

Hieres



Creo que nací desolada de todo, como si un todo fuese algo. Quizás no había llegado la hora en que pude ver la luz insensata, que a veces quema, mis ojos. Ellos fueron a la guerra y volvieron, eran jóvenes niños que lloraban por las noches frías de huesos helados y tempestades de obuses estallando sobre sus hombros.

¿Porqué no puedo pensar otra cosa, que no sea quien soy?. Tengo las manos atadas. No puedo retener lo que amo. Como si en verdad un absurdo maleficio se hubiera posado sobre mi cabeza. Un maleficio con ganas de arrebatar mis pensamientos. Lo que amo. 

Como si fuera una espectadora amordazada, que ríe y grita, y se carcajea. Pero despoblada de lo que amo.

Yo hubiera preferido ir a frente, como esos jóvenes, y así no tener que pensar más que en obuses, obuses...

Pero crecí, pero fui madre. Pero me queda saber la verdad. 

Se me clava un puñal, hoy, y otro día también... sangro abundantemente. Sin que nadie perciba eso.

No quiero parecer tan desproporcionada que soy ante todo. No puedo alejarme de mi pozo hambriento, porque la raíces no son lo suficientemente fuertes como para asirme y salir al trote. 

Es difícil eso, salir al deslumbrante lago. Y cubrir el rostro con un sombrero de tanta luz. 

Ella dijo: Ser señorita. Ser buena. 

Ellos dijeron: Está loca. 

Él dijo: Aquí te quiero una señora seria, una señora sin pájaros en la cabeza. 

Me he sentido undida en el barro. Tantas veces. Qué desolador es ver que me robaron los churretes en la cara, que me quitaron el columpio. Y las amigdalas, como si hubieran violado todo mi cuerpo.

Es verdaderamente escaso de inspiración cuando me despierto cada día y no me veo, porque el espejo me ha olvidado. Yo quería ser no más que un ser vivo sin riendas, y con mucho miedo, pero sin riendas.

Y si me paro a mirar, es un tiovivo, y aquel caballito era el mio, el azul. Es un recuerdo que no para de dar vueltas, como cuando en la hierba, mirando al cielo y cambiando el sentido y la orientación, con el leve movimiento de un cuerpo pequeño y feliz.  



 



martes, 6 de febrero de 2018




¿Cómo es posible que no me veas? Si cada día o, cada tarde,
se escucha tu nombre, desde mis labios, si, así es, y no es sueño...no es un sueño.
¿Cómo es posible que no me veas? Si el olor de tu camisa se ha quedado en la mía..
¿Cómo es posible que no me veas?¿ Ay amor, tan olvidado estás?
Tan olvidado de la sonoridad de nuestros besos.
Si cada gota de agua que cae en el jardín, parece una caricia tuya...Si eso es: Una tibia caricia.
Sigo aquí, como cada año, años luz. Soy inmortal, mejor dicho:
Tú has sido el asesino de no poder morirme.
¿Cómo es posible que no me veas? La invisibilidad no debería existir, no, cuando tanto se agrandó nuestro amor, y se alimentó de toda clase de palabras...
Cuando sabes de sobra que estoy dentro de ti. Horadando tu piel toda, tu río,
si, tu río, que se quedó conmigo...

lunes, 22 de enero de 2018



Y se llevan la rosas que nunca estuvieron. Se llevan las manos llenas de historias,

Me propuse tener que tenerte siempre. Sabías cuánto. 

Y se llevan las rosas que nunca estuvieron,

Porque ni tú ni yo quisimos flores,

se pudren cuando son cercenadas..

Lirios en el patio, una enredadera de besos, los tuyos...

Una puerta que jamás se ha cerrado... 

Un momento, un lugar.. unos te quieros... 

La abundancia de tus ojos verdes y tu piel oliva,

cuando de pequeña parecían abrazar todos mis miedos...


Saldrá un día a la luz. Se llevarán todos los rocíos de todas la noches..

Porque tu rostro debe permanecer tan transparente como cuando las notas de un piano...






jueves, 28 de diciembre de 2017

Izac García



Izac García frente al mar, pensaba que las olas eran como colas de caballo: olas rubias, olas negras, olas pelirrojas...

De modo que todos los días hablaba de coger la chalupa y echarse al mar, a la isla grande, iría con las hermanas y con la madre, iría con el sombrero de copa pequeña, con el traje de los domingos y con la biblia, con chapas plateadas.

Y ese día llegó.

El viento hizo que se arremolinaran las olas y que trastabillara el barco, y que todos vomitaran a menudo y durante toda la travesía, siquiera tomaron agua.

Poseidón, probablemente deseó que sucumbieran y llegaran a sus manos, los devoraría al instante, y luego se dormiría plácido entre olas. Pero llegaron después de dos noches en que siquiera la luna brilló; siquiera la luz de algún faro, porque los faros, y es de costumbre, han de permanecer erguidos como soldados, valientes ante las grandes batidas de  espuma blanca. Han de alumbrar a los desorientados, alumbrar a un barco mercante, o simplemente permanecer ahí, para consuelo, como refugio, pero no tuvieron esa suerte, la de encontrarse con uno de esos faros, que en esas circunstancias sería como ver a Dios.

Un sol enorme de dedos les  apuntó a la cara, cuando por fin llegaron a puerto. Olía a herrumbre, a marisco. Sabor a mar, sabor a esperanza. Izac García y las hermanas y la madre, saltaron al muelle, como lo hacen los cervatillos, cuando están en el prado, felices.

Aquel hombre de barba espesa y blanca les esperaba, y abanó con el pañuelo como señal.
Acudieron a él pero no sonrieron, acudieron y se dieron la mano como saludo, luego, les llevó a una vieja pensión, allí permanecieron tres días, hasta que el mismo hombre de barba espesa y blanca les avisara. El nuevo hogar esperaba y las tierras también. Por aquellos tiempos los cuervos habitaban la isla de forma desproporcionada.

Eran cuervos grandes, con fuertes garras, cuervos que sobrevolaban las cabezas de cualquiera, que sobrevolaban entre las altas palmeras, y casi aullaban, como los lobos.

Unos animales muy inteligentes. Audaces. Con el plumaje negro como la pez. Con unos ojos especialmente brillantes...

Aremoga fue la primera de las hermanas en lanzar un grito al aire y dar un gran salto de alegría. Los demás también, pero bastante menos, más sigilosos, mas comedidos.


La casa era pequeña hecha de piedras y con tejado mezcla de paja y teja. La teja cocida y rudimentaria. Dentro, dos o tres chamizos. Un espacio para cocinar alimentos con leña y una olla con varias abolladuras. Los medianeros por esa época eran muchos, y trabajaban la tierra de los señores.


Izac García, y las hermanas, menos la madre, que quedaba al cuidado de la comida, ya estaban trabajando aquellas tierras llenas de verdes hortalizas, de papas, y de algunas cosas más.

Aún no despuntaba el dorado, cuando y estaban en pié, con los atrezos y con las telas de saco en sus cabezas, porque a esas horas y sobre todo en invierno, el frío les hacia brotar sabañones en los dedos, además de tener las narices siempre frías como témpanos de hielo. Los martes y miércoles, las hermanas se intercambiaban los zapatos hechos de lona y zuela de goma. Los martes los llevaría Aremoga y Herminda, y los miércoles las otras dos hermanas: Arundia y Atanasia.

Isac García trabajaba de sol a sol, mientras que las hermanas lo hacían en jornadas un poco más reducidas. Porque cuando había que cargar leña en los carromatos para los señores, a Izac se le partía la espalda y el alma. Pero en la casa no faltaba, por lo menos tres días en semana algo de comer: Papas, algo de gofio y poca verdura, muy poca.

Una vez salió de entre las montañas una luna redonda y brillante. Todos dormían, pero era la luz que emanaba del astro tan intensa, que la casa se iluminó con una brillantez inusual, y es que a veces, la luz toca el alma de las personas buenas, toca con calidez, con amor. Inunda todo, como cuando cae un torrente de agua y anega la tierra.


Habían pasado varios meses, y cada cual llevaba la vida como podía. A pesar de los malos tiempos, a pesar de todo, pero eran jóvenes, los jóvenes son así, tienen ilusiones, son felices. 

-Mira el mar, qué bonito es, dijo Atanasia, si, realmente es  hermoso, ahora es azul, después será verde o pardo, algún día viviré al lado, viviré entre los callados. Seguro que lo haré, volvió a decir.


La madre de todos ellos había perdido la memoria, y siquiera cocinaba, porque  una vez llenó el caldero de rabos de lagarto, en vez de papas. La apartaron del fuego y la dejaron en la terraza de piso de barro, sentada, con los ojos de niña y las manos arrugadas.

El guarapo había quedado en el olvido de sus labios, pero no en el de sus corazones, aquel roque negro y hermoso también permaneció en sus recuerdos. Y la vida de cada uno de ellos transcurrió tranquila y sacrificada, llena de sinsabores y de sabores.

Las personas descubren nuevas tierras, nuevas formas de vivir, aún en el sometimiento y la esclavitud, pero al fin y al cabo, siempre llega de alguna manera, la libertad.

Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...