miércoles, 9 de septiembre de 2020

Transnocho



 


A  primera hora del día el Sol ya aparecía abanderado, tendiendo todos sus rayos sobre la ciudad. Pero ella no estaba dispuesta a dejar la cama, más aún con la resaca de mil demonios que llevaba. Durando un rato el cuerpo se había abandonado en aquel mullido colchón.  El tic, tac, del reloj de cuco, los dos gatos maullando pidiendo el desayuno, y la vecina parloteando esto o aquello con una voz que perforaba los oídos,  pudieron con aquel cuerpo abrazado a la almohada. Era como si hubiera muerto. 






Pero el mordisco del gatopardo en el dedo gordo del pié hizo que, de un brinco, se encontrara en el suelo. Maldito gato, se dijo. Después de alimentarlos fue a la ducha. Allí la lluvia caía del cielo y las miles de gotas por entre la comisura de los labios, para llegar al pozo del ombligo, hasta los piés. 


Con plumilla hizo un esbozo de sus ojos, de su boca.  Dibujaba a horcajadas se sentía cómoda. ¿Volveremos a vernos?, se dijo. 




lunes, 7 de septiembre de 2020

Claudine

 

¿Quién se detiene a observar una roca?, pensó Claudine. Una roca con elegancia. Un color ocre con pinceladas rojas su color, y a veces, si los rayos del sol apuntaban directamente parecía un diamante enorme. Pero allí estaba, admirando la gran roca, que aún sin erosionar resaltaba no por su forma redonda, sino por terminar en pico. Amén de todo eso en esas horas de perplejidad y admiración, nada se escuchaba más que el canto de algún gorrión.

De modo que, no renunciaría de ningún modo al rato tan complaciente para ella. Se habría preguntado cuánto tiempo llevaría ahí, como un guerrero altivo, o, como una diosa del Olimpo. Sin embargo permanecía mayestática. Con un promontorio de siglos. Pensar que hubieron otras culturas que, quizás y de igual modo se detuvieron para adorarla, o incluso para ofrecer sobre ella sacrificios de toda índole. 



Por cualquier extraño motivo, Claudine no dejaba de ver aquel espectáculo de la naturaleza, y las luces de la ciudad en la noche, desde arriba, parecían miles de luciérnagas revoloteando. 

En la salita luce la roca en lo alto de la chimenea, bordada de trazos, en un lienzo.




domingo, 6 de septiembre de 2020

La esbeltez de la niebla

 

"Y por si fuera poco ya se fueron aquellas tardes,

de niebla constante. Atravesando silenciosa cartas, besos."




"Hay una sinfonía que susurra al oído aquellos deseos,

apretados con los labios y que nadie sepa de dónde vienen."



"Es injusto decir que por nuestras manos se fue,

aquella noche y entre los dedos se diluyó la tan cercana

gana."


"Y sin embargo te veo con tus bellas manos sobre las teclas del piano,

y es cuando más deseo deslizar mi cuerpo por entre tus piernas ."


" Y llegó el mensaje mientras tomaba una ducha de nísperos perfumados

sobre mis hombros. Tardé en salir y dejé que las gotas de lluvia besaran mi todo."



"Frente al espejo detrás tú mirando mis pechos ,

con tus manos balanceadoras sobre mis caderas.

Un vals que se repite cada vez que te recuerdo"



"Qué haría, qué. Verte, verte en cualquier esquina 

por un beso..."


sábado, 5 de septiembre de 2020

Estaciones

 


En alguna de ellas me volví de cera, 

chispeaban por entonces unas diminutas gotas de lluvia,

y la cera deseosa derretirse en un tórrido verano.

                           ..............

Miré mis manos alguna vez y el perfume aún quedaba,

de aquellas otras manos que besaron las mías.

                          ............

Yo me colé por un hueco para huir de todo,

aún a sabiendas de que quizás no cupiese.

Es la estrechez que aplasta cada día a cualquiera,





viernes, 4 de septiembre de 2020

Las horas y los días

 

Un abanico de golondrinas sobrevuelan la casona. Es tiempo de descansar. Cae la tarde, gloriosa de haber regalado un día que ha colmado cualquier clase de expectativa, un día en que los labriegos han acariciado la tierra, han quitado malas hierbas, preparado surcos. Es volver a empezar con un puñado de semillas como si de pepitas de oro se tratase. Brillan en su manos. Se depositan con anhelo en pequeñas cunas;  se miman con el riego.



Las alpargatas penden de la balaustrada al lado de los geranios. Un poco de vino y una pelota de gofio con almendras, pasas, queso una cena deliciosa mientras observan como tímidamente una luna se despereza. Poco a poco desplaza al sol que debe recogerse. 


Ahora ríen. Alguien contó alguna historia graciosa, de esas merecedoras de un aplauso. Mientras tanto la noche se adviene como un señora seductora para besar los ojos, para que descansen. Acariciar los sueños de cada cual. Envolver un futuro ilusionado, proteger los corazones de la gente buena.

jueves, 3 de septiembre de 2020

 






"Esperar a la nada,



Esperar sentada en mis propias ausencias.

No es díscolo mi rostro frente al espejo,

más bien tiritan lágrimas, rompen, rompen.

Olas de sonrisas, olas de tristezas. Una oda al no encuentro.

Al borde del abismo es vértigo lo que hallo. Un morir lento.

pájaros revolotean en mi cabeza, giran y giran. !Despierta mujer!


Adagio para una loca que ha estado perdida en sus propias pesadillas. No quedan suficientes rincones donde no me haya escondido. Soledad. Grito. Risas. 

 La consternación al ver... me ante ese espejo me disfrazo,

y mostrar  mis rostros...


¿Dónde habré ido a parar?

Mi estructura permanece inalterable son sueños, quizás."









miércoles, 2 de septiembre de 2020

Caracoles

 

Una visita al museo estaría bien, era lo apropiado. De modo que salió a media mañana. Cogería la guagua, se sentaría en un lugar donde pudiera observar con cierta claridad las imágenes que se iban sucediendo mientras duraba el viaje. Las farolas, los sauces que parecían dormir, aquella venta que llevaba allí unos cuarenta años. Cuántas veces en su infancia iba a por golosinas. Las gotas de lluvia resbalaban por el cristal como una dulce caricia. Recordó con nostalgia esas caricias, los besos almibarados detrás de cualquier sitio. 


 Una vez hubo recorrido por no se sabe cuántas veces el museo, decidió ir a un jardín que resumía esplendor por su belleza: lirios, jazmines, arbustos de tonos blancos verdosos. Margaritas, claveles. Asfódelos a un lado y otro. Por un rato se quedó de pié observando a los caracoles. Presumiblemente habrían salido por los rayos del sol, que se desperezaban y desplegaban por el jardín atravesando las hojas, las flores, con una benevolencia natural, un regalo ocre que parecían pinceladas en un gran lienzo. 


De modo que pensó en aquellos moluscos mirando atentamente su andar, lento, El roer en algunas plantas para alimentarse. Ese mundo silencioso como un lago enorme, calmo. Es curioso e interesante poder ver tantos mundo al mismo tiempo, se dijo. Mientras tanto se preparaba para volver a la casa esta vez lo haría caminando, reflexionado el curioso caso de la vida.


"No es la niebla la que no deja ver

son lágrimas"


" En tus manos encontré un mapa

maravilloso. Letras, versos, besos"


Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...