lunes, 12 de diciembre de 2016

Un mal sueño



Por unos segundos deseó lanzarse desde el balcón. No podía soportar ni un momento aquella pasta pegajosa en su lengua y en casi todo el cuerpo.
Era desesperante. No atinaba a casi nada, no podía siquiera caminar normalmente. Era una momia, y ahí permanecía, solo en la habitación de hojas verdes y de entrecruzadas raíces. Se preguntó porqué habría de llegar a semejante lugar, él y los demás compañeros .Pero en realidad no pudo ver a nadie más, ni en la habitación, ni en ningún lugar de aquella casa acuchillada por los miles rayos de sol que se colaban incesantes, como si en vez de una casa pareciese un espectáculo de circo. Pudo ver a los domadores dibujados en las paredes, pudo ver al acróbata arriesgando la vida, sin el menor pudor; un payaso de cera que lo miraba fijamente, alargando la lengua y salivando, y con una sonrisa necia y con un dedo acusándolo.
Pero lo único que quería era deshacerse de aquella pasta gelatinosa que lo rodeaba. Tosió, como un último intento de que aquella feroz alimaña se despegara de la lengua, pero sólo consiguió que aumentara el grosor de la baba. Lloró, suplicó. Todos le dieron la espalda. Quiso salir de la casa ya con el rostro amoratado, pero el pomo estaba podrido, y delante de la puerta había un gran palo que la atravesaba, para que nadie pudiese entrar en ella. La muerte era inminente. Rezó pero con el pensamiento. Se acababa lo único que valía : La vida.
Gritó, aulló, brincó de la cama. Se miró al espejo y sonrió, ya era consciente de la pesadilla ingrata, pero la sonrisa, era tan débil... 

viernes, 9 de diciembre de 2016

África fue como un sueño, pero maldito…






Después de que sufriera la picadura de la serpiente encendió un cigarro, y supo que iba a morir. Se alojaba en una casa bonita, quizás algo más lujosa que las que habían alrededor. Acostumbraba a andar con los pies desnudos, con una blusa sin botones y un roído pantalón de manchas oscuras…
Ese día el desayuno se compuso de leche de camella, de albóndigas de pollo, y un poco de queso duro y ácido. Vivió en la aldea veinte años, de los cuales, cinco, estuvo grave a causa de la mordida de un león o leona, nunca lo supo. Celebró muchas navidades con sus amistades, y con una tía loca que visitaba el continente cada vez que se acordaba.
Pero la vida y las circunstancias hicieron que terminara de ese modo. Con el vómito anegando su pecho, con las manos frías, con los ojos de demonio maldiciendo a semejante mala suerte y cabronada.

Ha vuelto de regreso a su tierra, pero ahora es ceniza...

martes, 6 de diciembre de 2016



Ayer una

bandada

de

palomas...

dejaron sucia a la luna...

Ayer el trigo se quedó sin agua...

fue la sequedad de los hombres..

Ayer se fue mi yo.

Antes era todo puro tugurio, mi vida, mi resguardo...



Hola        


      vacío....



               suicidio...




                 Silencio...

martes, 29 de noviembre de 2016

Capricho. Ansia. Fracaso.






El agua cae en cascadas. El refugio no es seguro, pero de momento ahí estará, hasta que 


acampe el tiempo, hasta que algún pajarillo se atreva a salir.
Hasta que los zorrillos campen contentos buscando comida. La galletas y una botella de Whisky de Grano y una percha, es todo lo que tiene. Pero el abrigo lo necesita para resguardarse del duro frío, de la montaña maldita. De modo, que la percha, sobra…


Lustre a las botas, para qué, se preguntó. El demonio invierno estaba allí, acechando, como una bestia cuando se dispone a cazar, con los ojos enfervorizados, con las garras brillantes, son cuchillos. Un trago templó el cuerpo, pero varios, ya supusieron que quedara como un paquete inerte en el camastro, boca arriba…


Amaneció al fin. Apenas si pudo ver bien por el postigo las montañas nevadas, y los cuervos, y los zorrillos. Pero las piernas habían quedado al aire toda la noche. El abrigo acaparó solo los hombros y poco más. Las piernas dañadas por el incesante picoteo de las chinches. Alguien venia a su encuentro. Salió como alma que lleva el diablo de la sucia cabaña. Pero cayó al vació, su cuerpo se partió en mil pedazos.

A veces es mejor quedarse un par de días más…






lunes, 28 de noviembre de 2016

No tapes mi boca, no tapes mis ojos, no me mires.




¿A quién estás mirando?..

Le contestó, que a ella. El lienzo colgaba de la pared húmeda, del torrente de agua que caía en esos momentos.

Sin marcos, solo un lienzo. El rostro inmaculado. El rostro con una leve sonrisa de luminaria, excelso. Con una sonrisa corta y malvada.

De modo que ahí seguía, observador. Casi sin pestañear. Los colores oscuros predominan, los ocres, sólo una leve pincelada, como si alguien, adrede, hubiera cerrado los postigos, entonces un pequeño halo de luz casi imperceptible. Una pincelada de ocre maldito.

Pero miró a un lado y al otro de la sala de exposiciones. Nadie había ya. Con lo cual, se había alegrado, en cierto modo; porque en realidad temblaba de miedo, de terror, de percibir en el pecho el puñal de los ojos, de ella.

Una amalgama telúrica le aplastó el pecho y se orinó en ese mismo instante. Y las gotas gordas de sudor le besaron los labios. Pero era veneno.

¿Porqué insistes? Dijo ella.

Le contestó que no podía dar un paso, que no podía dejar de mirar.

Estás perdido. Estás derrotado. Aniquilado. Los vocablos salieron de la boca de ella, derritiendo el óleo al mismo tiempo.

Siguió orinándose dos veces más. Pero ya era demasiado tarde, un vómito de ella escupió su absurda estampa de hombre miedoso, cobarde.

!No me mires! Volvió a decir ella, esta vez, el grito se coló por los zócalos, se coló por el mísero postigo.

Sonrió, sonrió al verlo tan extremadamente loco. Un cuerpo mordido por la lengua de ella. Derrota, dijo y volvió a sonreír, levemente, como cuando una caricia, como un beso en la piel...


viernes, 25 de noviembre de 2016





Sentada en las piedras redondas y calientes por el sol, no medito, leo.
Cerca, se halla la huerta ensimismada de olivos y de cardones. Un pañuelo me seca la frente de lágrimas de arena. de mí. La ropa se alza igual que las cometas, las sábanas blancas y los calcetines y un mantel bordado a mano. Que permanecen aún dolidas.
Juego con mi pelo y mis pies están contentos de tremenda salvajada la mia. Luego miro alrededor y entiendo todo eso que dicen de que la vida es algo maravilloso, pero la mia también, si, dentro.
Acabo de mirar el reloj de pulsera con círculo negro y me sonrío en el pequeño espejo que guardo en la mochila y me pregunto porqué habré tardado tanto en correr...





María Gladys Estévez.

Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...