sábado, 28 de diciembre de 2024
sábado, 14 de diciembre de 2024
Del arrabal a la Luna
sábado, 30 de noviembre de 2024
Las tardes.
En la azotea tenía plantados preciosos geranios. Si sobraba algún espacio, menta y perejil.
La luz del sol por la ventana al mediodía se reflejaba en el techo; me quedaba despierta contemplando el carrusel de luces recorriendo la habitación medio en penumbra.
Los martes, y miércoles el pastor visitaba la casa, y la oración culmina las tardes.
No hay día en que no recuerde aquel entrañable hogar. Cierro los ojos, y contemplo la cajita donde sigue su sonrisa.
lunes, 18 de noviembre de 2024
Mar en calma.
El constante goteo del grifo, el gorrión que se adentra por la ventana haciendo que el entablillado de la cortina se bambolee, hizo que despertara de un sueño emborronado, como cuando alguien se arrepiente y con un trapo hace desaparecer lo que quizás era algo bello.
Los interminables días en que parecía que la lepra se había instaurado en ellos, provocaron que esos dos días estuviera en su habitación, dormida, soñando: aquel mirlo y los dulces días de infancia en el prado con un sauce en medio. Los envidiables dulces por navidad.
Los besos y la protección en aquel hogar amable de olores inolvidables, el tic, tac del reloj de cuco, los pasos de mamá en la azotea con el mimbre de la ropa, que al deslizarse parecía música de dioses.
De modo que el goteo seguía y el gorrión estaba en la lacena.
Sonrió al verlo y dio dos pasos por si podía cogerlo en sus manos.
El panzón se dejó y las miradas se cruzaron. Un momento glorioso.
Tomó café y él las migas de pan, que aún se repartían sobre el hule.
¿De dónde vienes?, dijo.
De aquellas montañas donde la fronda, respondió.
-Pero eres muy chiquito para volar durante tanto rato-
Soy un Principe que ha venido para ayudarte-
Oh, pero qué hablas me mientes?.
No, dijo.
¿Cómo sabes que necesito ayuda?.
-Los Príncipes sabemos todo-
Pero los Príncipes reinan-
Yo, no.
Ya te dije que quiero ayudarte, no reinar-
Se giró porque el goteo era incesante y le molestaba mucho. (la medicación ayudaba, pero no tanto).
“La oscura espera.
De gotas incesantes
resbalando por entre
los pliegues de la piel.
…………...
Y cómo suena tu nombre
detrás de aquel océano,
como si de rugido de volcán
como si de relámpagos,
como si de huracanes.
¿Para qué espero si no vienes?
Los días se esfuman
bajo el tremar del volcán.
………………………………..
Y se volvió para seguir hablando con el panzon.
Pero no estaba.
El incesante goteo: chuiks, chuiks.
Regresó a los sueños: me gusta así, dijo la niña.(gofio con leche).
El columpio en el sauce, las golondrinas revoloteando en aquel cielo limpio, azul, de ocre al atardecer.
El olor a café recién tostado, las placenteras tardes en el terrazo con los primos, los hermanos.
El columpio que la llevaba al cielo, una y, otra vez.
Pero nunca se despertó.
miércoles, 13 de noviembre de 2024
El banquete.
sábado, 2 de noviembre de 2024
Sabia que podría
Esa ola grande estalla en el malecón. Leonard lleva un sombrero de ala corta, fuma cigarrillos y debajo del brazo, la prensa. Tiene los zapatos empapados de agua salada. Aún así sigue su camino con la cabeza gacha, intentando encender un nuevo cigarrillo.
Para en la tienda de antigüedades, se aproxima al cristal por si puede ver dentro. Decide entrar.
Es impresionante lo que se puede encontrar en una de estas tiendas: muebles, espejos, una lámpara de pié. Cuadros. Juegos de vajilla, algunos muy valiosos, un sin fin de cosas.
Se llevó un retrato con un marco muy ancho y repujado.
De modo que, lo colocó enfrente del aparador. Allí estaría bien, se dijo. En las tardes mientras leía y fumaba contemplaba a la señora del retrato. Era una mujer elegante. Estaba sentada en un diván. Llevaba un vestido negro, mitones rojos, el pelo recogido. Pasaron los días. Y cada vez más tenía la necesidad de verla. De manera que, se quedaba hasta la noche hasta el punto que las miradas llegaron a cruzarse.
Un día se percató de que aquella mujer suplicaba libertad.
Lo supo porque el semblante había cambiado. Ahora era un rostro triste, angustioso, y una de las manos lo señalaba.
Nunca supo cómo pudo hacerlo, pero la liberó.
Vivieron muy felices durante mucho tiempo.
Pasearon cerca del mar, y las olas mojaron los zapatos de ambos.
Hay que visitar tiendas de antigüedades, nunca se sabe.
viernes, 25 de octubre de 2024
Tomates
Por la disposición de la cesta pensaría que los tomates estarían listos para servir. Aliñados en platos blancos, con ajo y aceite. La señora Bernarda entraba y salía de la cocina, afanada, con un paño entre las manos, un paño algo sucio, porque quizás no se limitara a dejar en el fuego una sola olla, probablemente habrían tres fuegos lanzando sus llamas al mismo tiempo. Habría un solomillo en uno de los calderos, atado, con precisión, para que no escapara ninguna hebra que desmoronara el redondo aspecto que una vez cocinado llevaría como adorno un ramillete de perejil troceado. Estaría al acecho removiendo de vez en cuando. Y los otros dos fuegos con sus calderos llevarían trozos de boniatos, y en el último: tocino, verduras, hojas verdes…
Detrás, en el patio, un tropel de sábanas pendiendo mecidas por una brisa de aire fresco.
La discreción de Bernarda a la hora de salir y entrar y de vapulear el paño era nula.
En las casas con cocinas grandes y con una gran ventana que da a un patio de naranjos y una fuente, sobran las razones por las que, y en este caso, Bernarda siquiera conocía lo que significaba ser discreta. Naturalmente que no lo era, tres guisos al fuego, y la felicidad en el rostro de ella. ¿Porqué habría de ser discreta? No renunciaría a ese máximo placer, el de entrar en aquella cocina, y recrearse con los útiles: cacerolas redondas, otras algo abolladas, cucharones, y una larga y bella fila de cucharas y tenedores, y cucharillas, y cuchillos. Y su mandil, de un estampado peculiar, un mandil con figuras geométricas unidas en forma de anillos, cada uno de diferente color.
Ballade pour Sophie
Ballade pour Sophie
Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...