Pronto será
pronto.
Deje que entre el aire, abra la cancela que en estos tiempos tan secos falta hasta el respirar, dijo el ama, que ya había preparado un caldero de comida, con el moño bien alzado, porque la cocina emitía además de buenos efluvios, unos vapores insoportables que hacían enrojecer su rostro hasta el nivel de un color purpura. Ramón Casanova Hernández siquiera la escuchó porque ya se había ido a las tierras arrastrando los pies mientras intentaba quitar algunos picos de higos chumbos de las manos, que habían sido la cena de la noche anterior. Los comía rebozados en gofio, por eso en la despensa no faltaba nunca: con leche, con higos, con potaje, con azúcar y pasas, bien amasado, o revuelto con el caldo de verduras.
¿Y ya está?
Si, mañana más-
¿Más?
Si, más, más, más….
Como cuando noviembre chirría cuando la lluvia cae a torrentes,
por las sólidas paredes se adentran las manos de agua...
El reloj de la iglesia, el parque, aquella tienda que lleva mas de un siglo en pie con una fachada inmaculada como el primer día. Mariposas que van y vienen, ahora se posan aquí, ahora allá. Jazmines, gladiolos, hibiscos, iris azul, bletillas, un flamboyán con sus flores rojas ribeteadas de gotas de rocío de la madrugada; un sinfín de olores y colores. Las marquesinas parecen damas elegantes adornadas con variopintos vestidos. Ahora las ardillas se pasean por las ramas del sauce, recorren el tronco y bajan a la fronda. En la hojarasca conviven pequeños insectos: hormigas, pequeñas arañas; cada cual con sus menesteres. Aquí hay un nido de hormigas, allá las grandes y vaporosas telas de araña se tienden como visillos transparentes a un lado y otro, es un divino placer cómo se tejen y emparejan y se extienden a lo largo y ancho de un mundo aún por descubrir, un mundo dentro de otro y otro y otro…
Las caricias de los amantes, silenciosos besos, delicados. Se abstraen de fluir del tiempo, de todo lo que acontece, fragmentos de historias en cada portal, en las piedras redondas en las estrechas calles que se han quedado fundidas y abrazadas al camino. El pequeño lago cubierto de nenúfares es un remanso de paz, un colchón de plumas, inamovible, como si de un lienzo se tratara.
Una brisa benevolente envuelve cada sitio, es un adagio besando ramas, flores, insectos, aquella plaza con mármoles; la tienda, el obelisco que señala un cielo azul pintado de algodones blancos, y entre algunos, una luz púrpura asoma, es el sol que despierta alargando sus dedos.
Y se fue
entre aquellos
rayos
de
Sol
por volar
más alto
más
y se durmió
allá
en las estrellas
PD. Para ella
Inesperadamente
donde los juncos
luciérnagas
.........................................
Volví
a empezar
cuando
supe
que aún
era niña
..........................
Como almendras para
tu boca
ámbar
jazmín
chocolatito
mío
Tienes
el corazón
más
grande
del
mundo
por eso
no dejo
de olvidar-te
Ojitos esmeraldas
boquita
sonrisa
pilla
Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...