viernes, 25 de febrero de 2022

Costumbres de Ramón Casanova Hernández.

 

Deje que entre el aire, abra la cancela que en estos tiempos tan secos falta hasta el respirar, dijo el ama, que ya había preparado un caldero de comida, con el moño bien alzado, porque la cocina emitía además de buenos efluvios, unos vapores insoportables que hacían enrojecer su rostro hasta el nivel de un color purpura. Ramón Casanova Hernández siquiera la escuchó porque ya se había ido a las tierras arrastrando los pies mientras intentaba quitar algunos picos de higos chumbos de las manos, que habían sido la cena de la noche anterior. Los comía rebozados en gofio, por eso en la despensa no faltaba nunca: con leche, con higos, con potaje, con azúcar y pasas, bien amasado, o revuelto con el caldo de verduras.


¿Y ya está?


Si, mañana más-


¿Más?


Si, más, más, más….

Como cuando noviembre chirría cuando la lluvia cae a torrentes.

 Como cuando noviembre chirría cuando la lluvia cae a torrentes,

por las sólidas paredes se adentran las manos de agua...

Un violín hace eco y retumba más que el trueno, más que los aplausos,
de unos pocos absurdos gentiles...

Como cuando noviembre viene y se queda en los retratos sepia que aún
permanecen colgados en la misma pared de musgo, de años...

Háblame, no dejes de hacerlo... siénteme que me llego aprisa a tú. Háblame, aunque sean
dos líneas de odio, de rechazo...

Como cuando noviembre chirria cuando la lluvia cae a torrentes...

Como imágenes para pensar.

 


El reloj de la iglesia, el parque, aquella tienda que lleva mas de un siglo en pie con una fachada inmaculada como el primer día. Mariposas que van y vienen, ahora se posan aquí, ahora allá. Jazmines, gladiolos, hibiscos, iris azul, bletillas, un flamboyán con sus flores rojas ribeteadas de gotas de rocío de la madrugada; un sinfín de olores y colores. Las marquesinas parecen damas elegantes adornadas con variopintos vestidos. Ahora las ardillas se pasean por las ramas del sauce, recorren el tronco y bajan a la fronda. En la hojarasca conviven pequeños insectos: hormigas, pequeñas arañas; cada cual con sus menesteres. Aquí hay un nido de hormigas, allá las grandes y vaporosas telas de araña se tienden como visillos transparentes a un lado y otro, es un divino placer cómo se tejen y emparejan y se extienden a lo largo y ancho de un mundo aún por descubrir, un mundo dentro de otro y otro y otro…

Las caricias de los amantes, silenciosos besos, delicados. Se abstraen de fluir del tiempo, de todo lo que acontece, fragmentos de historias en cada portal, en las piedras redondas en las estrechas calles que se han quedado fundidas y abrazadas al camino. El pequeño lago cubierto de nenúfares es un remanso de paz, un colchón de plumas, inamovible, como si de un lienzo se tratara.

Una brisa benevolente envuelve cada sitio, es un adagio besando ramas, flores, insectos, aquella plaza con mármoles; la tienda, el obelisco que señala un cielo azul pintado de algodones blancos, y entre algunos, una luz púrpura asoma, es el sol que despierta alargando sus dedos.

Se durmió allá en las estrellas.

 

Y se fue

entre aquellos 

rayos

de 

Sol

por volar

más alto

más

y se durmió

allá

en las estrellas


PD. Para ella


miércoles, 23 de febrero de 2022

Chocolatito mío


Inesperadamente

donde los juncos

luciérnagas 



.........................................


Volví

a empezar

cuando

supe

que aún

era niña


..........................

Como almendras para

tu boca

ámbar

jazmín

chocolatito

mío

 

Tienes el corazón más grande del mundo



Tienes

el corazón

más

grande

del

mundo

por eso

no dejo

de olvidar-te

Ojitos esmeraldas

boquita

sonrisa

pilla


 

Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...