martes, 29 de diciembre de 2020

De cómo soy cuando no estás

Es un cataclismo el no saber,

nada.


En estas horas angustiosas me recuerdo

en la pequeñez de mis días. El espejo habla.

mortíferas lanzas se clavan en mi pecho.

Una música eleva las plegarias que un día,

en mi mente alborotada, rogué.

Ahora en el silencio que grita se levanta

un muro de piedras, de piedras rabiosas,

que lastiman, lastiman...


Y te sueño juventud, te deseo


El viento trajo su sonrisa, sus bellos ojos

y quise volver, volver a la mía,

tan cruelmente se fue....


No supe entender, no supe,

Al final no fue nuestro tiempo...

Dejo alejar el deseo,  y se vuelve un mar calmo...







 

lunes, 28 de diciembre de 2020

Mari Carmen



La guerra se vivió de otro modo, (aniquilando todas las neuronas), puro serrín. Polvo disperso que se amontonaba obstruyendo la memoria. Se había creado una inmensa montaña de imágenes, palabras, todo ello sin sentido. 

Obvio, dijo la cuidadora.

Lamentablemente asintió el médico, bueno mejor dicho la médica.


Ven hacia mí, no temas, dijo alguien de los que se encontraban en el recinto. Paso, a paso iría. Podía orientarse si se miraban a los ojos, de otra forma no se atrevería a dar un paso, porque las paredes y el piso se destruirían, como cuando un huracán.

Enfrente en el gran árbol unas tórtolas y mirlos picoteaban balanceando sus pequeños cuerpos llenos de plumas.


En la ciudad de La Laguna allá por los años ochenta, a principio de  esa década, y al igual que ahora, el ambiente estudiantil rebosaba de labios rojos, de cejas perfectas, de gafas de colores. Holia a apuntes.

El camino largo lleno de palmeras a un lado y otro se confería una elegancia bastante atractiva. Desde la Iglesia de la  Concepción se escapaban hilos de humo con olores de cirios. Velas y luces. Un Cristo crucificado. Fieles que llenaban hasta la esquina de los bancos.

Los jóvenes irrumpen en las ferias, en las discotecas. 

La Tuna : cielito lindo, Mari Carmen...Representativa, mucho-


No quiero lazos, soy una mujer, dijo la joven.


Esa falda es muy pequeña. 


Me la pondré, si que lo haré-


Antes de salir a las clases se miraba en el espejo y sacaba la lengua, un guiño que le hacía sonreír. (mientras bajaba las escaleras se quitaba las bragas, aquellas enormes bragas que le llegaban al ombligo. Las sustituía por unas tangas, (tenía varias en la mochila).


El olor a incienso y las risas de los estudiantes, y el tropel de pasos aquí y allá hacían que la ciudad se convirtiera en un gran carrusel, con caballos blancos, negros y pintos dando vueltas y más vueltas alrededor de las luces.



Anda ven no pares ya falta poco-


¿Qué te dije?, ¿Ves cómo has podido dar unos pasos más que ayer?



Si, claro que lo sé. Hace mucho que lo sé, mucho, se dijo para sus adentros.









sábado, 26 de diciembre de 2020

TILOS


Con la punta de la bota y muy suavemente levantó una porción de manto verde, miles de hormigas atareadas trabajan al unísono. De modo que, después de unos segundos observando semejante obra de la naturaleza prosiguió el paseo. 

Los Tilos abrazan el entorno. Frondosos, enormes. 

Hay tantas vidas dentro de otras vidas, pensó.
 
Aquella roca le serviría de asiento: anotaciones en un cuaderno por querer  dejar lo que alrededor sucedía.

Una abeja se acercó, después de dar unas vueltas alrededor de su cabeza, se posó en la nariz. No se movió un ápice, dejó que el insecto obrara. 

Escaló y se quedó justo en el centro de ambos ojos. Claro está que al querer mirar estrábicas quedaron  las pupilas. (pero siguió mayestática, con la incertidumbre de que podía recibir el aguijonazo)

Al cabo de unos dos o tres minutos se dió cuenta que el empeño de la abeja era porque, unas dos horas antes había desayunado tostadas con miel de flores. 

Siguió estrábica hasta que el visitante succionó el resto de golosina.

El silencio, una ligera brisa, y los olores tan peculiares hicieron que pasara un buen rato sentada en la roca, que erosionada se había convertido en un agradable acogimiento.

El sonido de la cascada hizo que abriera los ojos. 

Se apropió de leña. Una pequeña fogata iluminó lo que el día comenzaba a tornarse algo oscuro. Entonces todo brilló como las estrellas. El color de los tilos alumbrados, parecía una catedral de luces efervescentes.

El piano de Elisa sonó en su cabeza. Agradable sensación.

Se acurrucó y como un ovillo quedó en manos de la naturaleza.

Quizás hubiera sido un lugar perfecto para dejarse ir, pero volvió. 




miércoles, 23 de diciembre de 2020

MAR DE NUBES

 


  Son sábanas que se alzan por la brisa. Ahora casi tocan el cielo, ahora acarician las piernas de Inés (Dijo el niño del pelo ensortijado mientras devoraba una manzana).

Hileras de sábanas blancas detrás de la casa. Ahora sale el sol, volvió a decir.


Aunque con una acritud claramente expresada por el modo en que se comportaba, tenía el beneplácito de los dueños de la casa. 

Inés llevaba en la casa desde que tenía unos dieciocho años. Ya formaba parte de la familia. Era una hija más. 

Carlos, el primogénito se había mudado a Portland. Iba para ocho años trabajando y recorriendo la ciudad. Las personas se mudan de hogar, suelen hacerlo: sea por buscar una vida mejor, sea por cambiar de aires.

Casi siempre se quedan. Luego mueren en el mismo sitio. Sus descendientes quizás hagan lo mismo, o tal vez vuelvan a sus orígenes, por aquello de conocer aquella tierra que un día se dejó atrás, olvidada. 

Probablemente volverían y la casa permanecería en pie. Las sábanas seguirían ondeando al viento. O, por ende, todo habría desaparecido.

Un centro comercial había desplazado aquel hogar. Lleno de personas entrando y saliendo. Con cestas de mimbres repletas de verduras, frutas. Con regalos empaquetados. 



El destello de un rayo omnipotente penetró en la casa. El olor a café se coló  por las habitaciones. Inés corrió descalza para recoger las sábanas, porque una tímida lluvia empezaba a derramarse.

La tierra mojada perfuma el entorno. 

Lirios por todas partes, aquí en la cocina, allá en los dormitorios. En la sala, en la terraza. Alguien se ocupaba que siempre hubiesen lirios.

El niño cogió de la mano a Inés. Se fueron montaña arriba. La vista impresionante del volcán. El mar de nubes. Ellos, tan felices. 

 





martes, 22 de diciembre de 2020

OLIVO

 

Sin embargo, nadie había advertido que permanecía en el césped, extendida y ladeada con la oreja pegada al suelo escuchando los sonidos que pudieran transmitirse.

Ahora se escucharía el chirriar del tranvía. La bocina de aquella fábrica, ahora un tropel de perros que salían de las casas, de aquellas pequeñas casas en fila, todas iguales. Los llevarían para que hicieran sus necesidades, para que olfatearan...

Posiblemente dedicaría un buen rato a eso, en silencio, con un ramo de margaritas al lado. 

En la cocina alguien preparaba la comida: un ir y venir. Verduras, una sama roquera dormida eternamente, sin brillo en los ojos. Un postre de bizcocho con arándanos y nata. Todo era medido, pesado. Y la limpieza hacía que los calderos que colgaban de la pared parecieran luciérnagas revoloteando.

Hay una ardilla en el otro lado del jardín. Es de la familia. Es vivaz.

Recorre la pared sostenida a la enredadera, una y otra vez. Las ardillas son unos animalitos graciosos e inteligentes, dijo alguien.

Ya había pasado el tranvía, el tropel de perros no se escuchaba. La bocina de la fábrica esperaría a la tarde para volver a sonar.

Alguien salió al patio con una taza humeante de agua de toronjil.

Las acuarelas estaban preparadas. Un lienzo de tamaño mediano reposa sobre la mesa de mimbre. 

-Hay abejas, dijo Berta, levantando ligeramente la cabeza del césped-.

Lucila trató de enderezar lo más que pudo su espalda, y se dispuso a mezclar colores, y preparar el lienzo. Un olivo sería plasmado y quedaría inmortalizado.


¿Cuántos años tiene?, dijo Berta.


-Creo que unos trescientos, dijo Lucila.


Si vuelves a pegar la oreja al suelo escucharas los latidos de su corazón...



 


 




lunes, 21 de diciembre de 2020

LA PLAYA

 


Bueno, pues no me agrada en demasía que la arena sea negra, (deja la toalla con dibujos de faros, de aves, bien estirada, como si quisiera salvarse para que siquiera la rozara), pero no hay otra posibilidad y además hemos venido de muy lejos para pasar el día.

A mí me gusta-


¿Cuánto tiempo hace?


-Unos cinco años-


Mientras tanto las olas lamiendo. Los pájaros atentos por si algún pez saltara de las aguas, aunque fuera un instante. Los peces juegan en el mar. A veces dan grandes saltos en grupo, luego siguen su trayectoria. Es hermoso verlos, ver sus lomos plateados, el jolgorio.

¿Sabes dónde ha ido a parar Eva?


No, hace tiempo que no se nada de ella, (es una mujer misteriosa, seria y triste), pensó.


¿Qué se distingue a los lejos?


- Es un catamarán. Los catamaranes son como ballenas gigantes que se desplazan a un lado y otro del mar. 

¿Puedes ver cuantas personas hay?



-Creo que unas tres-


Si, realmente en el mar viven casi toda clase de criaturas. Incluso sirenas. Alguien dijo un día que había visto a una: unos ojos hipnotizantes, siempre con una larga melena, y unas grandes aletas.

Dijo también que se había enamorado de una de ella. 

Después de unos siete meses apareció el cuerpo en la arena negra. Lo curioso es que no tenía ni un rasguño, ni estaba putrefacto. Pero así se quedó, dormido para siempre.


-Si te quedas todo el tiempo en la toalla sin que siquiera tus piernas rocen la arena lo pasarás fatal. Es aburrido, es atroz-


-No contestó, ni la miró- 


¿Tienes una cerveza?


Claro-


¿Alguna pregunta más?


-Pues, si. ¿Te gusta Chopin?


Si, si que me gusta.


¿Sabes?


-Qué cosa-


La guerra ha empezado...








 

sábado, 19 de diciembre de 2020

La hojarasca en otoño


 No es significativo se mire como se mire (Dijo la señora Dumpierrez)

Bandadas de pájaros cruzaban entre aquellas montañas de poca altura, erosionadas por el soplar de los alisios. 

Realmente es así, replicó.

El caso es que la mente a veces, juega a convencer, se las ingenia para que se afirmen o nieguen cosas, sucesos.

Lucy se lavaba el cabello en el patio, que soleado se había engullido todo el Sol. Del grifo un torrente de agua cristalina mojaba la larga melena negra, ensortijada. 


Puestos a mirar la significancia de este asunto es relativa, dijo Lucy, que moldeando el cabello lo exprimía para aclararlo.


Las personas tienen largas conversaciones. En cualquier lugar, en cualquier momento, o época. Siempre hay conversaciones que surgen, son vocablos que necesitan liberarse. Es una gran expansión de palabras. Palabras que inundan los ríos, los bosques, las montañas, las ciudades. Todos los pueblos del mundo.


" Pues no se diga más. En cuanto termines con el pelo y te vistas iremos al notario, dijo la señora Dumpierrez. "


Habían quedado satisfechas con la visita al notario. El asunto había acabado y bien. El coche que las trajo de vuelta hacía que la hojarasca gimiera.


Se despidieron alegando que estarían en contacto.

La casa que el patio engullía el Sol era de Lucy.

La señora Dumpierrez vivía en un lujoso piso en la ciudad.


Pasaron los años y dejaron de ir al cementerio, siquiera para poner alguna flor, por ejemplo azucenas que tanto le gustaban a Ramiro.






Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...