lunes, 14 de noviembre de 2022

jueves, 10 de noviembre de 2022

El regreso de Rosa María.

 




De chica se había criado en el campo. Nació un día de enero frío, de ese frío que aunque cale los huesos es un soplo fresco para las almas; necesitan eso, sentir una lluvia de besos fríos, un piélago de ellos desprendiéndose desde el Cielo como gajos de mandarinas.


La niña era preciosa: un pelo negro como la pez, unos ojitos brillantes como la Luna.


A medida que pasaban los años y casi sin percatarse, los padres de Rosa María se sorprendían porque así, sin más ya se había convertido en una muchacha hermosa.


Por aquellos tiempos las chicas se casaban pronto, había que hacerlo según la sociedad: tener hijos y cuantos más mejor. Hacendosa en el hogar para que el esposo al regreso de su trabajo fuera recibido con honores.


Todo limpio, inmaculado.


La muchacha obedeció sin resistencia alguna.



Aconteció un día en el que había recibido el don de la maternidad y luego pasados unos años volvería a traer al mundo a otra criatura, de modo que cumplió con los mandatos de una sociedad que sólo imponía y no había intercambio alguno, siquiera otra oportunidad, teniendo en cuenta que había nacido en el seno de una familia humilde.


Llegó el momento del parto: una preciosa criatura.



Rosa María era muy feliz con su bebé entre sus brazos. (en realidad eran dos niñas).


Pasaron unos años. La niña contaba con cinco años de edad.




Retrocediendo en el tiempo, Rosa María, mientras duró su infancia había sido la niña más feliz del mundo, tanto que rebosaba ese perfume de dioses alrededor de ella.


Una niña sensible y muy sentimental, pero al mismo tiempo pícara y traviesa.


“Más alto, más alto”, decía al columpiarse.


Cuando alcanzó la edad de los ocho años la niña comenzó a tener problemas de alergias alimentarias.


En una reunión familiar la tita Lucrecia había repartido almendras para los niños de la casa: hermanos, primos y amigos.


“ Tita, tita, Rosa María no respira, dijo uno de ellos”.


Como es de suponer la tita Lucrecia acudió rauda y contemplo lo dicho: Rosa María no respiraba.


De modo que agarró a la criatura y giro su cuerpecito intentando de algún modo salvarle la vida.

Pero no bastó con eso.


Ya venía de camino el médico del pueblo. Unos minutos después respiraron tranquilos todos.


Había vuelto a la vida milagrosamente.


Pues bien volvamos al presente.


Cuando la criatura de Rosa María contaba con los cinco años de vida, y su hermanito con un año, se habían propuesto reunirse en casa de los abuelos para celebrar las fiestas navideñas.


Todo el mundo, incluso Rosa María se habían olvidado de sus alergias alimentarias.



La mesa adornada con toda clase de abalorios de colores: renos, estrellas, copos de nieve, en medio los alimentos: pavo con ciruelas, galletas de almendras, licores, jugos, pasteles de gloria y cerezas, un rojo que brillaba en el comedor.


Rosa María llevaba un precioso vestido verde con pedrería alrededor del cuello, estaba fulgurante, y feliz. (una felicidad ficticia pero aún no lo sabía).


Llegado el momento de los postres y el café, los puros y el coñac, cada cual disfrutaba de aquellos manjares charlando en paz y complacidos por la suerte de poder celebrar.


La vida a veces sorprende con los giros, claro que si. Al fin y al cabo todo es efímero. (el ejemplo de las mariposas).


La tos de Rosa María llamó la atención y mucho, porque de esa tos pasó a no poder respirar y pasados unos minutos cayó al suelo, muerta.


Inesita, la niña de Rosa María se había asustado mucho y lloraba intensamente llamando a su mamá.


Un llanto largo, intenso, un llanto desgarrador.


Rosa María se iba con una paz inmensa, una felicidad que jamás había experimentado: el nirvana. Se hallaba plena, una maravillosa caricia envolvió su alma.


No quería volver, pero los gritos de la niña hizo que se arrepintiera de llegar al paraíso.


Y regresó.











lunes, 7 de noviembre de 2022

Chocolate negro.

 







Y Caronte no redimió los pecados,

un mar ahogado de tumbas que en sus formas arqueadas,

gritan en silencio por toda la eternidad.

Pago alto y desmerecido por hallarse en las profundidades de la nada.

Hacedme un hueco donde antes hubo hielo, ahora fuego. (se dijo).

Entre caballitos, caracolas, los niños buscan la teta.




En aquellas tierras lejanas donde tejen sueños.

Porteadores descalzos, pisadas de ocres…

Un continente abrazado a la faz de la Tierra,

de espléndidos verdes, y ríos como lámparas,

reflejan una única Luna. Abrevad aquí, abrevad.

Como Demetra atesoro siglos. Abrevad la roja Tierra.





Y los carámbanos en el desierto son hermosos,

como la fría noche que acaricia con sus dedos los ojos de quienes lo surcan.

Las fieras libres copulan descendencia,

pastan en el ejido, entre murmullos de cuervos.

La batalla impresiona, por vivir. ¡Qué pálida y hermosa se queda la tarde!.

Ósculo que danza en la selva de hojas gigantes. ¿Es que no los veis?.









Pero se esconde una multitud del diablo,

a engañar la inocencia, y al hambre.

Igual que música de celo esperan la promesa,

pero cabalga la muerte con los bolsillos llenos de plañideras.

Apolíneo monte abarcado de criaturas pastoreando. Abrevad, abrevad.

Pero se esconde una multitud del diablo…





Surco los valles como águila, vespertinamente, y un mar ocre,

se deja caer en ellos. (duerme poderosa pachabamba).

Mirad sus ondas que son como mieles que en rocío se expanden,

valles con árboles de grandes hojas,

allí habita la criatura hermosa. (en las montañas Virunga).

Arpa celestial, como ángeles su música al llover, Lunas y Soles.




Soy un mirlo blanco el calor que sofoca,y la lluvia que abraza,

batiendo alas en un baile gozoso entre picos de montañas,

brota manantial, brota oasis. (¿Quién profanó la tierra?.

Los hombres han roto los caparazones, han despoblado la vida.

Aquel barranco se ha secado, se vislumbra la pérdida.

Soy un mirlo blanco el calor que sofoca, y la lluvia que abraza.








De olvidos.

 



El zapato derecho, en el pie izquierdo, y una magnolia en el pelo. Sonríe ante el espejo redondo con marco de bronce, en el pasillo…A veces se vuelve,

Escupe en el bordillo de la baranda que llega a la azotea, con la cara de pilla, con el pelo negro como la pez, con las manos arrugadas y resecas. Como una niña traviesa escupe a las cabezas de las limpiadoras. Lavan la ropa en la piedra, le regañan. Sonríe.

Ella recorre el pasillo hasta el final, donde el patio, y vuelve tras sus pasos, una y otra vez, varias veces al día. Esa pared de recuerdos: retratos, un mar azul con olas, cuadros aquí y allá. Hay una mancha en la esquina, cerca del techo: ella se fija y sus ojos se abren sorprendidos, parece una luna, se dice, o quizás un farol de aceite, vuelve a decir…A veces la mancha es redonda, otras, con aristas, pero es una luna o una lámpara de aceite...

Se ha olvidado de los geranios, se ha olvidado de comer. Se olvida. Pero llega al fondo del pasillo: el patio de geranios con la silla a un lado, y los dedos del sol que se adentran por la mañana, por la tarde. Gotea una lágrima, gotea otra de sus ojos, pero sonríe, pero no sabe bien lo que sucede. Los niños están en la cocina con mamá y las voces se le antojan pinzones azules en aquel árbol de su memoria. De bajo de la gran roca las casitas blancas con tejado, corren a verla, expectantes por si se gira, por si los conoce, algún gesto, un guiño, algo que haga que ella abra los brazos, para todos.

Pero no, nada, siquiera el pequeñito le es conocido, lo besa, pero no hay mueca. En su boca hay silencio.

La llevan por la avenida, y cruzan la calle a la tienda de sombreros, no quiere caminar, pero la llevan de la mano. Aquellas personas se sorprenden al verla sonriente con el mandil verde, de flores.

La papilla le sale por la esquina de la boca, es un hilo de baba que recorre el cuello, el pecho, y se queda en su regazo como si fuera un tesoro, pero es una pasta sosa, sin color, sin sabor. Pide pollo, pero nadie le da, siquiera un pedazo, ella lo ha visto en la mesa, es dorado, con purpurina.

En el lomo de las sardinas hay un montón de pequeñas estrellas, sonríe porque es divertido, no sabe de donde vienen, pero le gustan.

En el techo de la habitación aparecen de vez en cuando luminarias. No quiere dormir hasta que no se van.

Estas recorren casi toda la habitación, se deslizan por las paredes. Tienen pequeñas alas transparentes, y algunas se escapan por la ventana, cuando los postigos están abiertos.

Y tampoco quiere dormirse hasta que la tela de araña deje de balancearse…es un precioso jersey con adornos, pero aún le falta la sisa, seguramente falta hilo, se pregunta.



Mientras duerme sueña con el barranco, con la gran roca. Un inmenso piélago de estrellas arriba, en el cielo. Corre veloz como un potrillo, con las trenzas negras y dispares, con los zapatitos roídos. Los almendros en flor, la comida en la casa: gofio, papas barqueras, mojo, atún. El agua fluye desde la montaña, los cabritillos corren para abrevar. Los surcos en la tierra llenos de semillas. Los sueños de niña, el futuro.

Pero nadie sabrá lo que ella soñó la noche anterior...
























Algunas personas.

 

Algunas personas cruzan la calle, otras vienen de frente.

Aquella guagua está repleta de personas, ahora gira a la derecha, desaparece al entrar en aquel túnel.



¿Me compra algo?, dice la señora.



-Una limosna por favor, dice Lucas el señor que fue a la guerra y se dejó allá la memoria y el alma.


Ahora cae al asfalto el señor con bermudas, lleva dos bolsas.

¿Le ha pasado algo?, ¿se hizo daño?, dijeron dos señoras.


Tengo el móvil en las manos y entra un Wass: entonces nos vemos a las dos de la tarde en la tasca el Pecado?-

Si, claro.


Pero qué bonitas esas gaviotas aún en la confusión por sobrevolar el centro comercial. ¿Se habrán olvidado del mar?.


-Lleve un númerito señora la suerte está de su parte, dijo Gregorio-


Hay en aquella esquina un perrito, lanudo. Espera a su dueño, o dueña. (sabe que lo premian con alguna golosina).



Lo asombroso es poder observar, quedarse un rato en el mismo lugar.

Oh!, las bienaventuranzas que nos da la vida.


¿Quieres otra copa?.


Claro, todas las que sean y más.


Qué pillina eres-


No, no es cierto, es que vivo ahí dentro, en lo hondo.



Frikula.

 


"Dónde se halla

aquel recuerdo

entre rejas, dijo"





Me salvo del fango

aún en mi memoria

me salvo

Qué pretende, dijo

ni mus”



Sopla el viento del norte

y huele a beso

cosquillas en el estómago”


Titulo de la obra

de mi vida

no sé si al final será”



Provengo de un mundo raro

donde la hierva se materializa

en mi”


El sauce trae recuerdos

de niñez

columpios”



miércoles, 2 de noviembre de 2022

Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...