martes, 5 de abril de 2022

La Rémora.

 


Una

rémora

parecía

a cada paso

que daba

y seguía ahí

viviendo de ella

alimentándose

de ella

de sus

pertenencias

ahora iría pegada

a su

espalda

y

el sentimiento

que

eso

provocaba

era

subyugante

un castigo

desde

que

vino

a

este

mundo











Autotélica.


Autotélica

¿Qué dijo?

 

Una mirada.

 


El reloj de la iglesia, el parque, aquella tienda que lleva mas de un siglo en pie, con una fachada inmaculada como el primer día. Mariposas que van y vienen, ahora se posan aquí, ahora allá. Jazmines, gladiolos, hibiscos, iris azul, bletillas, un flamboyán con sus flores rojas, ribeteadas de gotas de rocío de la madrugada; un sinfín de olores y colores. Las marquesinas parecen damas elegantes adornadas con variopintos vestidos. Ahora las ardillas se pasean por las ramas del sauce, recorren el tronco y bajan a la fronda. En la hojarasca conviven pequeños insectos: Hormigas, pequeñas arañas; cada cual con sus menesteres. Aquí hay un nido de hormigas, allá las grandes y vaporosas telas de araña se tienden como visillos transparentes a un lado y otro es un divino placer cómo se tejen y emparejan y se extienden a lo largo y ancho de un mundo aún por descubrir, un mundo dentro de otro y otro y otro…

Las caricias de los amantes, silenciosos besos, delicados; se abstraen de fluir del tiempo, de todo lo que acontece, fragmentos de historias en cada portal, en las piedras redondas en las estrechas calles, que se han quedado fundidas y abrazadas al camino. El pequeño lago cubierto de nenúfares es un remanso de paz, un colchón de plumas, inamovible, como si de un lienzo se tratara.

Un brisa benevolente envuelve cada sitio, es un adagio besando ramas, flores, insectos, aquella plaza con mármoles; la tienda, el obelisco que señala un cielo azul pintado de algodones blancos, y entre algunos, una luz púrpura asoma, es el sol que en su rutilante y caprichosa que despierta alargando sus dedos



viernes, 1 de abril de 2022

Soñé mis manos llenas de rosas.


Soñé

mis

manos

llenas 

de rosas

al ver

que ya 

no eran

mis manos

sólo rosas

rojas

de los pétalos

quise

liberarme

más no pude

ni quise

 

Gitanillo de aguas y murtas.


El tropel de pasos aquí y allá, los viandantes, cada cual a sus cosas y de pronto las campanadas de la iglesia, el incienso, el silencio, dentro…

Las cestas de mimbre en manos de las señoras, la fiesta de la huerta.”Bando e la Güerta “ .Una gran expectación. Las calles se glorifican: portadores de banderas a caballo, tradicionales gigantes y cabezudos; música tradicional. El Jardín de la Constitución repleto de jóvenes vitoreando. La tradición de unos hombres y mujeres que aman su tierra…

En ese lado del mercado justo enfrente la sonrisa de un niño, un gitano moreno; un pelo negro como la pez, unos ojos con miríadas de palomas dentro.
Parece un diosito caído del Cielo. Mamá y papá le llevan de la mano. Le miran y sonríen, cómplices. Los ojitos se abren cuando un potrillo pasa justo al lado, se inquieta y ríe con la impronta de los niños, el tirabuzón que mamá peinó antes, ahora se ha soltado, libre, y le cae en la frente, justo en medio. !Gitanillo de mi corazón!, dicen los que le ven. Tan lucido, con zapatitos nuevos, con pantalones de pana, con chaleco de hilos rojos. Ahora repiquetean las campanas, ahora la gente aplaude. !Viva la huerta!, dice el niño, con balbuceos. Le pica la naricilla, le dan caramelos, y una naranja, y llora, llora. La emoción de un niño es una fuente que mana pétalos de rosa, es un río desbordado. Llega la noche. El calor del hogar y el olor de la cocina, y lo vivaz de sus ojitos, y no duerme, porque sueña, el futuro le espera...

Una historia con música.

 Hay lugares con mucho frío, pero esos lugares tienen muchos lagos llenos de cisnes, lagos transparentes, apacibles, como cuando una madre da el pecho a su hijo, mientras ambos se dedican miradas llenas de amor…

Entonces en aquel café suena un violín. Una se queda ahí, escuchando porque por un rato todo fluye: fluyen las voces en susurros y, dicen esto y aquello (´mañana nevará”), dijo alguien. Fluye el vaho de esos susurros. La música del violín se explaya como si grandes dedos delgados alcanzaran tocar los picos de las torres, o el tejado de las buhardillas. El muchacho tiene unas manos blancas y delicadas y sus dedos acarician sus cuerdas de tripa, tan mimado con él que la música se desliza y envuelve todo.

Los sueños se pueden inventar se puede soñar todo, igual que el violinista, que, lejos de las miradas y de los susurros se aparta de todo, porque es tal la magnificencia de él con el mundo sensible que crea sueños, los crea a cada minuto que marca un reloj cualquiera, él es el poderoso soñador, ahora se detiene un momento para cambiar de postura, quizás buscando la comodidad, quizás por realzar más aún las notas que se escapan caprichosas creando un infinito lugar hermoso, como un parterre repleto de flores, de toda clase de flores…

Entonces los nubarrones desaparecen, y un sol espléndido nace allí, en aquella fina línea que separa un mar y un cielo. Las blancas manos, la juventud de su piel, la música que crea, los sueños, sobre todo, los sueños.

Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...