domingo, 9 de enero de 2022
viernes, 7 de enero de 2022
Un mercado especial: Nuestra Señora de África
Los mercados son como las ferias. Exhiben toda clase de cosas.
Nuestra Señora de África es uno de ellos, tiene un gran patio donde las flores se explayan por todos lados: rosas, lirios, jacintos, magnolias, etc..
A ambos lados hay puestos de frutas y verduras. Quesos, encurtidos. Carnes, pescados. Lorilay y yo solemos tomar café en ese patio de dioses. A primera hora de la mañana el jolgorio de las personas que lo visitan es como un incesante fluir de agua al caer desde un barranco cualquiera.
Hay puestos que ofrecen pulseras de cuero, pendientes labrados por artesanos, macetas con ilustraciones preciosas. Un sin fin de mercancía, que con ilusión, los vendedores, cada día exponen. Aquella señora que observo está en un puesto de quesos, quesos de todos sabores y lugares, pero no quiere esperar turno. Se enfada. Alguien le dice amablemente que tiene que esperar. Se calla con el ceño fruncido.
Es curioso que aún algunos mercados, por ejemplo este, tengan un gran patio copado de todo. Las flores quizás lo más relevante, como la arquitectura árabe.
La riqueza se halla en el interior ,y no en el exterior. La vida se vive en ese maravilloso oasis. Su frescura y luz hace que una se quede ahí contemplando las maravillas de la vida.
¿No vamos?, dice Lorilay.
Si, vamos, pero no me gusta el exterior.
Es tan gris. Bocinas, gente con prisas…
Garbancitos.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis. Seguramente habrían más.
Al lado una pulsera de esas que evitan el mal de ojo, si quizás era eso; unos pequeños garbancitos, que por el tiempo que llevaban se les podía ver un pequeño pico, como el de los pajarillos. Algunos de ellos se hallaban junto a la taza de café como si quisieran alimento, o calor.
De modo que ahí seguían sin movilidad alguna, y pasados unos meses quién sabe en que se habrían transformado.
Uno de ellos se hallaba apartado. Siquiera la felpa lo rozaba.
Aún siendo un pequeño garbancito se le veía triste. Una barrera de grapas impedía que pudiera estar con los demás.
A expensas de una mano que apartara para dejarlo libre.
Pero no sucedía. Ahí permanecía la montaña.
Tormenta y calma.
Y si fuese
ese Arco de Iris
explayado
en el Cielo
el sonreír
de sus labios
Y jacintos
asfódelos
nenúfares
un lago
apacible
sus manos
Tormenta y calma
su cuerpo
Y si fuese
de las tinieblas
surgir
más, lo oscuro
es el trasfondo
Y si pudiera
un sueño
dibujar
en el borde
de su pecho
martes, 4 de enero de 2022
Mi Reina.
" Texto publicado en el año 2014, he querido dejarlo hoy aquí otra vez"
lunes, 3 de enero de 2022
¿Eres tú?
Quizás no hubiese sucedido pero las circunstancias hicieron que de algún modo, u otro, desde primera hora de la mañana ya había una disposición a ello. El Sol comenzaba a desplegar sus rayos: un bostezo inmenso que iluminó el mar y las casas.
De modo que Virginia ya habría desayunado, y vestido.
Se había adentrado en el parque, se sentaría en uno de los bancos para leer un rato. El cosquilleo que estaba sintiendo en una de sus piernas eran hormigas, sacudió con el pañuelo.
“Mi río se ha secado
solo un gris queda
¿Y esta melancolía
que tengo por abrigo?”
Seguía leyendo. Transcurrieron dos horas.
El despertar de su consciencia fue desde muy joven, en realidad todo lo que se hallaba a su alrededor era un tren en marcha, sin freno.
Un inmenso agujero del que sabía no poder salir.
¿Quieres un café?
Gracias, si.
No te rías de ese modo, las niñas han de saber comportarse.
Dejate peinar.
No estés descalza.
¿Porqué vistes de ese modo?.
No podía evitar pensar en todo eso. Le hubiera gustado lanzar una plegaria al Cielo.
Deberías aprender a bordar.
¡Pero qué haces, así no llegarás a ninguna parte!
Pero sucedió.
“Hoy sé que el andén cuatro
no existe
Sabré que no soy
Hoy las petunias
el guayabero
aquel recuerdo
solo un sueño fue”
En ese instante de profunda paz, Virginia dejó de leer el libro, se
recostó
en el banco de tablillas. El efecto había llegado a su punto más álgido.
¿Eres tú?
sábado, 1 de enero de 2022
Retales y otras inquietudes.
Más, hallé por azar aquella estela
de letras abotonadas de relatos e inquietudes,
que los tinteros parecen tener vida..,
Diría pues más que eso,
diría que llevan siglos pastando letras,
versos trotando,
anclados en las hojas, en las paredes de cualquier muro
de graffiti escritas palabras y resonando por costumbre,
y aquel que se deje llevar a tragos como el buen vino,
apuesta los duros con tal de dejarse llevar,
apuesta hasta los sueños por querer parar un rato,
a contemplar un tintero y una pluma,
de inquietudes pespuntes en los folios…
Como una mosca se muere en la miel,
se quedó una naufraga tallada de antaño.
Más no era sirena, no era Afrodita,
Era más bien un pasajero tiempo,
venido de otra época por si en algún instante,
fuese advertida por sus ojos al mirar,
por una palabra, quizás un verso perdido.
Más dijo: os juro si aún se escriban versos,
en esa otra vida hallaré el mismo camino
anclado al tiempo olvido,
por reencontrar
y yacer entre mariposas ,
en la esbeltez del trigo...
PD. Gus.
Lo dejo otra vez. Es un poema o como quiera que sea. (Muy especial para mí).
María Gladys Estèvez.
Ballade pour Sophie
Ballade pour Sophie
Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...