Queda camino por andar, atrás quedan los recuerdos, las hebras de mi vida, las estaciones. Un arcoíris en la penumbra y risas al Sol, Un anochecer y un amanecer, junto a un mar, azul, sereno e ilusionado. Queda camino por andar, unos niños, un arrorró, mariposas en mi estómago, aún, como cuando niña, Hubo luces y sombras y quedan por venir. Tu nombre , tu risa, tu boca, mi aliento.
miércoles, 7 de julio de 2021
martes, 6 de julio de 2021
Es frivolidad, si eso debe de ser.
Probablemente llevarían ahí mucho tiempo. Quizás eso, el
tiempo no hubo existido, no.
Llevarían ahí dos, o más horas, pero en realidad pudo haber
sido toda una vida, o tal vez nada.
Asentirían con la cabeza las veces que hubiera hecho falta.
Tomarían el té, o el café, o alguna soda, si una soda, porque
era verano y además por esos días el asfalto se derretía igual
que una gran bola de helado.
Cada cual parloteaba esto o aquello; mientras tanto, fuera,
todo giraba como cada día. El patio de geranios y sus sillas
blancas, y su mesita con cristales de colores acogían el grupo
de parlante que hablaban en mayor medida de la guerra, de lo
aterrador que podía ser sufrir las consecuencias de ello. Por
otro lado se alegraban de no sufrir en sus carnes o en la de
sus hijos el horror de ese gigante aplastándolo todo. Después
de hablar sobre todo ello dejaron la prensa en una de las
canastas, y jugaron al bridge con frivolidad pensando en los
en los puntos que ganarían o perderían, !Ah la guerra¡, dijo
alguien, si eso dijo, y eso es frivolidad, ciertamente lo es...
A veces hay conversaciones interesantes, otras no tanto.
El aire fresco de la noche propició que todos los que se hallaban en la casona salieran al gran patio: un patio repleto de plantas de hojas verdes, lanceoladas. Racimos de helechos de punta a punta.
Pero alguien no querría salir, de ningún modo lo haría. A pesar del calor insufrible dentro.
A Saly le habían puesto unos brackets, de modo que no saldría.
Hablaron largo y tendido. Fumaban puros, o cigarrillos. Se sirvieron copas. Luego habrían más, de tal modo que alguno de los que parloteaban en el patio cayó fulminado. Lo dejaron en uno de los sillones de mimbre toda la noche.
Si, en realidad ese puente será imprescindible, de hecho lo es, dijo alguien...
Es una obra costosisima, replicó Mendez.
¿Pero y quién costeará todo?, dijo Estévez.
Bueno eso es importante, esa pregunta es bastante relevante, en cuanto en tanto no nos involucre a nosotros, a los ciudadanos, volvió a decir Estévez.
Paparruchas, la pagaremos todos con nuestros impuestos, dijo Saly.
¿Estás aquí?.
Si, por nada del mundo habría de perderme el decir lo que he dicho.
¿Y los brackets?.
Los llevo puestos...
Se va de mis manos el perfume.
Se va de mis manos del perfume
lo mejor. Del aroma creí tener
todo para mi.
Ahora, y en la hora de esta madrugada,
del drago anclado en tierra firme,
viven mirlos, viven gorriones.
Creí volver pero fue en sueños,
en mi oasis: lago cristalino.
Allá, detrás del horizonte mil veces,
pudo repetir mil vidas.Dijo la consciencia.
Se me va de mis manos del perfume
lo mejor. Ahora, y en la hora una torre,
se ha caído, y alfombrado de piedras el camino.
Y quimeras fueron, fueron quimeras...
lunes, 5 de julio de 2021
Historias de dinosaurios, o no.
Pero las abejas no son dinosaurios, no lo son.
La razón por la cual hemos venido no era el querer que supieras esto. Yo lo que pretendo es que conozcas cosas, historias, anécdotas, y claro que no son dinosaurios, pero da igual, a veces las apariencias engañan, dijo Moli.
Son abejas y punto, replicó Eloisa.
Cuando lleguemos al pueblo compraré un tarro de miel. Es pura miel de la zona, verás que te encantará.
Yo nací aquí en Turrión. Aquí viví hasta que me independicé.
Después de treinta años he vuelto contigo, lo pasaremos muy bien. Mi infancia fue maravillosa: una niña libre con todo lo que necesitaba a sus pies. Correteando por entre huertas, entre las casitas, una loquita salvaje.
Queremos miel por favor, dijo Moli.
-¿Seguro que es buena?, no sé veremos cuando la pruebe, dijo Eloisa.
!Moli, Moli¡agitada, asustada-
¿Qué pasa?.
Un dinosaurio, un dinosaurio...
Ves, te lo dije, dije que las apariencias engañan-
El alcalde se acercaba dando bandazos por su corpulencia y gran barriga.
Una carta para mí.
Siempre ha sido tu lugar preferido, además, las ramas se han extendido mucho a lo largo de estos años; parecieran los brazos de mamá arropando…, ¿Las garcillas?si, claro, es evidente que por ésta época del año estén por aquí. Antes también regresaban en bandadas igual que los niños cuando salen de sus clases girando aquí o allá, si, garcillas, miles de garcillas revoloteando hacia el lago…,
Ahora es cuando quizás tú me digas que soy una romántica empedernida, si, y tienes razón, lo soy. ¿Prometes no reír si recordamos el día de la bicicleta?Aquel día fue de los inolvidables, si, eso fue realmente. Los días inolvidables son los que nunca desaparecen de nuestras vidas, siquiera por la falta de memoria, igual que aquella señora viuda de las tienda de frutas, que, aún en su aislamiento mental, de cuando en cuando, se le dibujaba una sonrisa y resultaba graciosa la mueca de su boca mostrándose feliz de algún recuerdo agradable que acudía de tarde en tarde; pues algo así quería decirte, que esos son los días que no se olvidan, y ya sabes lo que sucedió con el paseo en bicicleta, más bien el corto paseo. Quise girar para volver a casa y aquel demonio de cacharro se dirigió hacia la bajada de piedras negras hasta llegar a casa de la abuela; por poco me destrozo la cara,me había estrellado en el muro de la escalera que daba al cobertizo, donde se guardaban los aperos. Miles de pajarillos daban vueltas alrededor mío y no supe donde estaba hasta que la tía gritó y entonces fue cuando pude abrir los ojos y pestañear todavía algo aturdida. Encima mamá me reprendió por ello.
La vereda que surcaba los huertos llevaba a la charca, era un lago hermoso con los nenúfares adornando igual que las flores en los sombreros de las señoras…,
Luego el tiempo pasó, pero tan lentamente, que aún tengo en los labios el sabor de la mermelada y de los higos. Si cierro los ojos puedo ver las sábanas de encaje ondeando al viento, igual que la cometa, cuando papá nos llevaba a la playa en verano. Las chalupas y las cometas, todo un lienzo de colores
Las tías, los primos, el colegio de la señorita Margarita. Todo eso sigue en mi memoria, nada ha quedado en el olvido.
viernes, 2 de julio de 2021
Un vals para morir.
El retrato de Brenda se haya en la encimera, como si fuera una estrella, que al brillar ilumina palmo, a palmo la estancia. Al lado un ramo de lirios y jacintos en un jarrón de cristal. El piano suena, es un vals, los dedos de Amadeus se deslizan por las teclas con gran agilidad, como un velo que danza cuando la brisa entra.
No fue hasta agosto de mil novecientos una mañana de esas tan especiales que dan ganas de quedarse ahí por siempre, que casualmente y a la misma hora paseaban por el mercado en busca de cerezas. De modo que ambos, al unísono, pidieron cerezas, se miraron y sonrieron comentando la casualidad.
Amadeus era unos diez años mayor, Brenda tenía dieciocho.
Fueron amigos desde ese entonces. Por si aquella amistad fuera más que amigos, una mañana decidieron acostarse e hicieron el amor. Pero, aunque fue agradable, ninguno de los dos sintió la pasión, los nervios, ese fuego que quema por dentro.
Nunca más lo hicieron. La amistad de ambos era mucho más que eso, era la unión perfecta entre dos personas.
Viajaron por casi todo el mundo, fueron envejeciendo juntos, siempre juntos. Cuando Brenda cumplió cincuenta años una grave enfermedad se apoderó de ella y de sus sueños.
Vivió seis meses más. Ahora estarían más unidos si cabe.
Amadeus cuidó de ella todo el tiempo. Todos los días, todas las noches. El dieciocho de abril de mil novecientos treinta y dos, Brenda se durmió en los brazos de su querido amigo, su muy queridísimo amigo. Amadeus la tuvo toda la noche recostada en su pecho. Como cuando se toma a un gorrión en las manos para que no pase frio.
Ahora la música del piano se detiene. El silencio inunda todo.
¿Señor le sirvo la cena?, dijo Eulaly.
Si,respondió.
Pero en realidad no quería la cena, no quería nada.
No querría seguir en un mundo donde ya no pertenecía.
Las tardes se hacen
un nudo en la garganta,
La noches un monstruo
que devora cualquier sueño,
mi muy querida Brenda,
te quiero como nunca he querido".
Atención chicos, hoy en la clase de literatura hablaremos sobre el amor, la amistad.
Escribió en la pizarra el poema, una lágrima resbaló hasta sus labios. Gracias abuelos, pensó.
Ballade pour Sophie
Ballade pour Sophie
Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...