viernes, 9 de abril de 2021

Una historia con música


Hay lugares con mucho frío, pero esos lugares tienen muchos lagos llenos de cisnes, lagos transparentes, apacibles, como cuando una madre da el pecho a su hijo, mientras ambos se dedican miradas llenas de amor…

Entonces en aquel café suena un violín. Una se queda ahí, escuchando porque por un rato todo fluye: fluyen las voces en susurros y, dicen esto y aquello (´mañana nevará”), dijo alguien. Fluye el vaho de esos susurros. La música del violín se explaya como si grandes dedos delgados alcanzaran tocar los picos de las torres, o el tejado de las buhardillas. El muchacho tiene unas manos blancas y delicadas y sus dedos acarician sus cuerdas de tripa, tan mimado con él que la música se desliza y envuelve todo.

Los sueños se pueden inventar se puede soñar todo, igual que el violinista, que, lejos de las miradas y de los susurros se aparta de todo, porque es tal la magnificencia de él con el mundo sensible que crea sueños, los crea a cada minuto que marca un reloj cualquiera, él es el poderoso soñador, ahora se detiene un momento para cambiar de postura, quizás buscando la comodidad, quizás por realzar más aún las notas que se escapan caprichosas creando un infinito lugar hermoso, como un parterre repleto de flores, de toda clase de flores…

Entonces los nubarrones desaparecen, y un sol espléndido nace allí, en aquella fina línea que separa un mar y un cielo. Las blancas manos, la juventud de su piel, la música que crea, los sueños, sobre todo, los sueños.

jueves, 8 de abril de 2021

Dígame si está bien lo que hice con usted



Usted me gusta mucho,

tanto que me voy a derretir,

como un helado de pistacho.




Los pájaros anuncian muchas cosas,

son inteligentes,

 hoy, supe que venías por el aroma a tí,

en mi taza de té.


La catástrofe la provoco yo,

cuando te pienso.

Pero eso fue ayer, demasiado ayer.

 



Fiorella fue seguramente la mujer más valiente del mundo.



Si pasas tan cerca quizás te haga daño, ya sabes que hace tiempo su cabeza está en otro lugar.

¿En qué lugar?


Quiero decir que la demencia ha aterrizado y viene para quedarse, en fin pareces una niña pequeña por tu pregunta, que está de sobra, volvió a decir...


Fiorella  vivió por lo general, muy feliz. A pesar de que después de nacer (unos seis meses), estalló la guerra. 

Era muy bella: unos ojos color miel y unas pestañas tan largas que parecían abanicos. Le gustaba coquetear con casi todo el mundo. Vestía con vaqueros y camisetas, (por eso le llamaban la machona), y unas alpargatas, de esas que la cinta termina casi a la rodilla, (le daba vueltas y vueltas hasta conseguir ese efecto).

Fumaba y bebía. Le gustaba el coñac, y el buen vino, (barbaresco).


Durante toda su vida mató a cinco personas. Siempre en defensa propia. Los años de juventud fueron bastante revueltos: hambre, pillaje, robos, incluso amenazas de muerte si alguien se negaba a dar lo que fuese que hubiesen pedido.

Un tiempo de piratas. Defensores de la patria. Los daños colaterales de una guerra.


Escupía si le apetecía, y reía a carcajadas, una espontaneidad suya, de nacimiento.


No se arrepintió de nada, siquiera de los hombres y mujeres que pasaron por su vida.


La vida hay que masticarla bien, muy bien. Eso dijo siempre


Caramba pues me ha tirado el vaso de jugo en la cara.


Te lo advertí...

miércoles, 7 de abril de 2021

La plaga de ratas

 

Eran las cinco de la tarde cuando la señora que siempre usaba sombrero, ya fuera invierno, verano, o cualquier estación, esperaba con cierta impaciencia sentada en el banco de madera frente al mar. 

Era la hora en que hablarían de los hechos  que estaban sucediendo donde vivía ella, y una prima.

El señor Gerardo, el casero; sin embargo no tenía tanta prisa por ello, de modo que se retrasó media hora, quizás más.

Eso pensó la señora de los sombreros.

En ese mismo momento llegó la prima, se apartó para dejar espacio. Hablaron algo, pero los siguientes minutos quedaron mudas mientras sus ojos querían escapar volando se fuera necesario al mar, y después sobre el hasta alcanzar el cielo, como las aves.

El señor Gerardo llegó a las seis. 

Vaya es usted un poco irresponsable, dijeron ambas.

Se quedó callado asintiendo.

El café Vienés fue el lugar de reunión, allí trataron del tema en cuestión.


Pero señoras ya les dije el mes pasado que me encargaría de las ratas, de hecho en eso estoy.


La señora de los sombreros se llevó un disgusto después de escuchar lo que había dicho el casero, y eso provocó que vomitara el té, y una pasta de almendras.

!Pero hombre de Dios¡, si tenemos las mismas ratas desde hace más de un año, es usted un mentiroso, y quiere estafarnos, porque el alquiler no es barato ni mucho menos, y ya tenemos miedo de que alguno de esos animales tan asquerosos nos coman empezando por los dedos de los pies.


-A ver, volvió a decir el casero: yo no tengo culpa de que su prima les  de comer.

Cuando la señora de los sombreros se giró esperando también la respuesta de su prima, esta, ya no estaba.


 




Versos sin rima. Qué más da si lo que quiero es hablar, hablar, hablar

 


Si, yo encontré entre la niebla,

de la selva ramas entrecruzadas.

Que hicieron de mi ropa harapos,

y de mi cuerpo girones.


Más, también entre la niebla,

encontré su silueta: un cuerpo 

hermoso, labios, y unos ojos negros.


 Me morí con las ganas de saberte,

aquí en este montón de verde y niebla...



martes, 6 de abril de 2021

Tienes versos por tu cuerpo: una amplia llanura

 


De hebras  se llenó mis manos,

construyendo un lecho.

Cosiendo pespuntes (los de tus labios).

porque si escucho tu voz, volveré a la muerte.



Hay un páramo que trae en su pico, 

 como la paloma, cartas para mí,

ahora que ya estoy ausente.



Un rosario con perlas negras,

ha sido robado.

Como fueron los recuerdos.

La silla de madera de roble tapizada de piel en color verde.

 


La silla de madera de roble tapizada de piel en color verde sigue ante el escritorio. Ya ni se sabe quién fue la persona que la obtuvo por primera vez. Quizás en una tienda de esas elegantes y muy caras. 

Abogados, escritores, guionistas: permanecieron largas horas en el confortable asiento. 

Noches enteras quizás preparando un juicio. Madrugadas de insomnio que, gracias a la silla dieron fruto: una novela, o un poemario. Cartas a amor, o al odio. 

Alguna película que tendría mucho éxito, o por ende fracaso, pero allí se hilaron las imágenes, las palabras. El trasfondo de un posible crimen.

También pudo haber sido creada una gran obra de teatro. 

Los personajes representando una maravillosa obra. El teatro lleno. Entre bambalinas se hallan con la ilusión, y los nervios los actores, cada cual recordando diálogos, y cómo moverse.


Pero ahí sigue como nueva. 


Hoy tengo que comenzar la novela, se dijo. Mientras tanto una gaviota en la ventana. Mientras tanto el sol acariciando las olas.


Tomaré café y un bollo de mantequilla, gracias.


¿Algo más?.


No, gracias.


Con la mirada perdida a través de los cristales, ahora la el hueco se hacía y la profundidad de observación fue maravillosa: ideas, recursos. Una ilusión.


   




Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...