miércoles, 9 de diciembre de 2020

SINFONÍAS


 


Dijo que ese día saldría para ir al otro lado de la ciudad.

Tendría que coger el tranvía. Llevaría una gabardina color verde musgo. Por esos días la lluvia no cesaría, ya lo había pronosticado el tiempo. 

Se miraría al espejo, colocaría un mechón hacia el otro lado del rostro. Un collar con grandes perlas abrazaría el cuello. 

Botas de agua hasta las rodillas. Una bufanda de terciopelo rojo.

Volvería al espejo por asegurar si el rebelde mechón estaba en su sitio. Sonreía. 

La gran puerta daba la bienvenida a la ciudad. Tres arcos con guerreros esculpidos para conmemorar el fin de la batalla.

De modo que, estaría por unas horas haciendo varios recados.

Enfrente de la estación había una frutería y una floristería. 

Pomelos, fresas, arándanos. Se habría quedado satisfecha por llevarse unas frutas exquisitas. En la lonja, en un puesto pequeño habrían sardinas, samas, un pescado que brillaba.


Cuando ya se disponía a salir recordó que le faltaba el sombrero, un sombrero de ala ancha de color verde. 

Pero no estaba donde había pensado. Se entretuvo unos minutos por ver si lo veía. Entonces se dió cuenta que lo había tirado a  la basura. Era tan viejo...

domingo, 6 de diciembre de 2020

ENCUENTROS



De aquel suspiro en el asomo

del balaustre. Sólo queda el humo.


Como si fuera real lo invisible de su piel,

que con un leve roce en la mía,

el oscuro día se vuelve luz.


Tan hermoso es su rostro

fruncido el ceño

más lo quiero aún.


Cae la tarde tan tarde 

y tan corta,

de sus labios un recuerdo

moja los míos.






viernes, 4 de diciembre de 2020

Los cafés tristes

 


Cuando amanezca y salga el sol saldremos de compras, dijo Amber. Generalmente y a primera hora no habrá tanto bullicio, volvió a decir. - Llevaremos la mochila, la de los colores del arco iris, dijo la niña-.

Al alba, al alba. -Con una sonrisa espléndida mientras se recostaba para leer un cuento-.

Cuando la oscura despliega su manto las luces de las casas se apagan, una, por, una. Las farolas alumbran fuera. 

Amber abre la gaveta del escritorio. Hay numerosas cartas.

Un aluvión de agua cae instantáneamente, el ruido de las gotas en el tejado es un chup, chup, chup. A través de la ventana puede ver la chorrera de un río surcando hasta el quicio.


Querida Amber,

Espero que cuando recibas esta carta estés bien, y que tus proyectos se hayan realizado. Me acuerdo mucho de ti, y de aquellas conversaciones que teníamos en los cafés, los tristes cafés de la calle Solano. Una calle amplia. El aroma se colaba por nuestras narices, era maravilloso. Todo lo era. 

Yo sigo aquí en Mendoza. ¿Recuerdas cuando queríamos viajar a Argentina?. Ay cómo te echo de menos...


Una lágrima se escapó, dejó la carta a un lado de la cama.

Las cartas son el abrigo de muchas personas. Son meteoritos que brillan. Sin embargo, también llevan letras desconsoladoras.

Aquella farola alumbra la pared en un círculo pequeño, es como si la besara. Hay un mirlo, se columpia en una rama. El pico gotea lluvia. El silencio de la madrugada es una señora con una profunda devoción. 

-Amber ya amaneció, quiero salir, al alba, alba.



                                ....................



Sin tener que volver

por saber si aún estás..

Me quedo aquí en la época

que me tocó,

pasar por este mundo.








jueves, 3 de diciembre de 2020

Coleccionista de imágenes

 


Una barba cola de pato arraigada desde mucho. Unos ojos redondos negros miraban cada 

instante en el que el día regalaba toda clase de imágenes.


Los trazos en el papel comenzaban a vislumbrar lo que en una estación de tren sucedía.

Un tren de cercanía de color verde con puntos de luz a ambos lados. Pasajeros suben y 

bajan, caminan por el andén. Ahora una halo de luz se cuela por el abombado techo 

perforado de diminutos agujeros. Aquella señora se coloca el sombrero. Un hombre se atusa 

el bigote y bosteza.


En la avenida que hay detrás los coches con sus bocinas braman. Tienen el ceño fruncido. 

Hay gaviotas revoloteando, ha llegado la pesca. La lonja es un prado de peces con los lomos 

brillantes, peces agonizantes. Comienza la subasta. Aquel señor de prominente abdomen 

alza la voz, quiere todo el marisco. El señor Álvarez, narizudo , con perilla, apuesta por las 

samas roqueras. Todo un deleite de imágenes en el papel.


En el otro lado de la ciudad hay un arco. Da la bienvenida a todo el que visite el lugar.

Hay un castañero , y un sauce que ahora se bambolea por una sutil brisa. Un sauce que ha 

visto cada día pasar a los transeúntes. Algunos con prisa, otros con pasos lentos, meditando 

cualquier cosa. En invierno las gotas de agua dan de beber al viejo sauce, envuelven las 

ramas, son caricias. En verano es refugio de personas acaloradas, que toman asiento en 

bancos de madera y beben limonada.


Los instantes quedan en los folios. En la pared hay vida, toda la vida de cada día.






Serán versos, no sé lo que son versos

 


Qué hago aquí sentada 

en un banco desconocido,

serán mis cenizas que no

encuentran el camino.



La oscura cerró todas las puertas

abrió el cajón la Luna

libertad.




No sé cuántas siglas 

lleva mi nombre.

Llueve ahí fuera,

aquí dentro.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

No se come con la boca llena

 

Dijo la señora Díaz, porque si lo haces probablemente te ahogues, y te faltará el aire, y tu rostro se pondrá morado.

-¡Para!, respondio Louis. (Si hubiera podido, le habría dado con el trompo en la cabeza aprovechando un instante en que ella se giró para coger la costura).


En la plenitud de la vida con once años,  Louis jamás pensaría tal cosa. Podía engullir todo lo que se le antojaba, así que, siguió con verdadera ansia comiendo gominolas de tres, en tres. El trompo daba vueltas y vueltas, como el girar de la Tierra. Como el girar de los transeúntes, aquí y allá, a veces sin saber a ciencia cierta cuál será el lugar escogido: algunos irían a desayunar a la churrería del mercado, y luego mirarían la fruta y la verdura; carnes, y pescados, flores...


Ahora un mirlo se ha posado en el quicio de la ventana.

Louis dejó el trompo, y las golosinas en la alfombra de rombos verdes y rojos y muy despacio con bastante sigilo se acercó. 

Pudo ver cómo el mirlo lo miraba sin apartar la vista del muchacho. -Debes estar hambriento- dijo Louis. 


De modo que, volvió atrás y cogió una de las golosinas, las partió en pedacitos pequeños, y se las ofreció al pájaro que seguía sin quitarle la vista.

Se resistiría un poco, por lo extraño del sabor, pero después de un rato el sabor dulce le gustó. Se hicieron muy buenos amigos. 

Hoy lloverá y muy fuerte dijo la señora Díaz- (Louis la miró y una vez más le hubiera dado con todas sus fuerzas con el trompo). 

A veces los consejos son buenos, otras, muy repetitivos y no agradan, casi nunca agradan.


Y no te olvides de recoger tu habitación, ¿me oyes Louis?





martes, 1 de diciembre de 2020

Hay árboles que llevan personas en vez de ramas

 

Eso fue lo que en el silencio más absoluto pensó la señora que ocupaba la buhardilla de la casa, que había alquilado hacía ya un tiempo. 

Cada vez que amanecía reflexionaba sobre algo, cualquier cosa. Había un sauce justo enfrente, era enorme, tanto que sobrepasaba la altura de la casa. Pues bien, uno de esos días se fijó en el, y vió que en vez de ramas, habían personas, personas de todas clases: orgullosas, vanidosas, pendencieras, egoístas, musicales, amorosas, besuconas, y un sin fin de calificativos. 

Le gustó tanto, que pintó un cuadro. Lo llevó a una exposición.

Y  triunfó. Todo el mundo lo quería. Y es que era un cuadro curioso; pero nadie advirtió que detrás de una rama, pendía alguien sin vida.


"Te regalo mi pasado"

 

Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...