domingo, 20 de julio de 2025

De mis noches

  


Llegué a casa a media noche, los gatos paseaban por el tejado y los mirlos se acurrucan en las ramas del drago, y el algún cardón...

Un punta pies y la puerta ya estaba cerrada. Pero aunque ya me había deshecho de esos malditos y preciosos tacones, aún quedaba la falda de tubo y la blusa con lazada, y las medias. Y las ganas locas de una ducha caliente, una ducha de esas que acarician cada centímetro de la piel y se hace un río que lame el rostro, y casi fustiga la cintura, la espalda, los muslos y más.

Borracha de todo me vine, me vine con las ganas de alguien que no quiere desaprovechar siquiera un instante de loca vida, de parlotear esto o aquello. Una copa, otra, una mirada, otra. Un gesto...

Me senté y las medias se deslizaron como cuando las gotas del rocío recorren la hoja, verde, húmeda acariciando, y cayendo al suelo, hasta posarse en la baldosa perlada de cuadros negros...

Recogí mi pelo con algunas horquillas, luego bajé la cremallera de la falda, veinte centímetros de cremallera roja: se quedó en el diván llena de lentejuelas, unas blancas, otras negras. Abrí las piernas y bostecé, el cansancio ya me podía, igual que me podían las copas, el humo, el ruido, la música de aquel saxo y sus labios, gruesos, y su mueca provocativa, qué manera de hacer música, más que música diría yo.

Quise terminar de desnudarme, tenía ganas de dormir, de relajarme, el corazón aún palpitaba, inquieto.

Casi me arranqué la blusa, salió volando por la habitación y graciosamente quedó en la esquina de la ventana, me pareció una bandera ondeando. Me hizo gracia, sonreí. Pero el hipo me provocó una tos absurda, tomé agua.

Luego me tumbé en el diván, qué gusto! Qué paz!... descolgué una pierna, y la otra, en lo alto del sillón. Volví a bostezar. Un mosquito revoloteó y se pegó en uno de mis pechos, me picó, !dios si me picó! Pero le di tos tortas y fue peor , porque me la pillé de lleno, y grité, tanto que la luz de la ventana de al lado se encendió, la cortina estaba echada y pude verlo, al vecino, sonriente, lascivo, con una mueca en sus labios para nada despreciable...














martes, 7 de enero de 2025

Deletreame

 


Podría ser selectiva pero no es el caso. Yo me he ungido de ti con un Suntory entre mis piernas hasta que decidas. De modo que tienes el camino solo para ti. Me puedes encontrar en el tejado; columpiándome entre nubes, o en el mismo infierno. Deletréame, bebe, languidece. Hazme un murmullo o la reina del Olimpo, pero hazlo. A golpe de ese jarabe tuyo que se derrama entre mis piernas que tiemblan al verte venir apurando el whisky, lamiendo heridas; hazme volver al dorado.



sábado, 14 de diciembre de 2024

Del arrabal a la Luna

   

Cuando cae la tarde y el cansancio del día pesa como una manta de lana sobre los hombros de hombres y mujeres, y los niños ya están dormidos por el mecer de unos brazos, con las barriguitas medio llenas, se arremolinan junto al fuego los que han cumplido un día más con el trabajo. Se los lleva una luna gigante a soñar, y soñando se habla de la jornada, y se habla de los hermanos que dejaron atrás en otras tierras. Del puchero en que todos comen, con pan duro, y unas risas, y unos llantos; supura la remembranza un gusano que se arrastra por entre los pies de cada uno, y al acecho están de que nos les perfore las tripas, porque otra cosa no, pero hambre, si. Se miran a los ojos ¿Quién contará una historia? Dijo alguien con un mendrugo pegado a la boca. Se frotan las manos, se acomodan y una vez acabado el puchero, un cigarro humea y parece  una centella al reflejo de la hoguera; niña termina de amamantar a la criatura, le dice el joven esposo, y que duerma como un bendito, que ahora viene la historia y vente conmigo junto a la llama., y si te duermes mejor será, que ya basta por hoy las horas de servir.
Insisten y empieza la obra, una historia para sosegar el cansancio, para provocar el sueño: Antonino dice que las lunas a veces son traicioneras, porque aún con su luz blanca matan los sueños y también asesinas porque han matado al sol. Igual son las rosas, que engañosas muestran espinas. Mientras tanto se hilan palabras, se hilan , y durante velada crecen esperanzas. Pero suena un Tango, alguien con un bandoneón remendado, hace que baile la noche, la noche con perlas adornadas, con luces de la otra ciudad que tienen delante. Y unos jóvenes bailan abrazados a la esperanza, abrazados a sus tibios cuerpos, y relucen los rostros, y gira la vida, y vuelve un nuevo día de tangos, de trabajo duro, de olvidar por unas horas que allá se quedan las tierras, que un día dejaron porque se les secaba el alma, y la piel, de un caldo que no quitaba ni el hambre ni las lágrimas…

Reeditado.

sábado, 30 de noviembre de 2024

Las tardes.

 


 En la azotea tenía plantados preciosos geranios. Si sobraba algún espacio, menta y perejil.


La luz del sol por la ventana al mediodía se reflejaba en el techo; me quedaba despierta contemplando el carrusel de luces recorriendo la habitación medio en penumbra.

Los martes, y miércoles el pastor visitaba la casa, y la oración culmina las tardes.

No hay día en que no recuerde aquel entrañable hogar. Cierro los ojos, y contemplo   la cajita donde sigue su sonrisa.


Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...