martes, 7 de enero de 2025

Deletreame

 


Podría ser selectiva pero no es el caso. Yo me he ungido de ti con un Suntory entre mis piernas hasta que decidas. De modo que tienes el camino solo para ti. Me puedes encontrar en el tejado; columpiándome entre nubes, o en el mismo infierno. Deletréame, bebe, languidece. Hazme un murmullo o la reina del Olimpo, pero hazlo. A golpe de ese jarabe tuyo que se derrama entre mis piernas que tiemblan al verte venir apurando el whisky, lamiendo heridas; hazme volver al dorado.



sábado, 14 de diciembre de 2024

Del arrabal a la Luna

   

Cuando cae la tarde y el cansancio del día pesa como una manta de lana sobre los hombros de hombres y mujeres, y los niños ya están dormidos por el mecer de unos brazos, con las barriguitas medio llenas, se arremolinan junto al fuego los que han cumplido un día más con el trabajo. Se los lleva una luna gigante a soñar, y soñando se habla de la jornada, y se habla de los hermanos que dejaron atrás en otras tierras. Del puchero en que todos comen, con pan duro, y unas risas, y unos llantos; supura la remembranza un gusano que se arrastra por entre los pies de cada uno, y al acecho están de que nos les perfore las tripas, porque otra cosa no, pero hambre, si. Se miran a los ojos ¿Quién contará una historia? Dijo alguien con un mendrugo pegado a la boca. Se frotan las manos, se acomodan y una vez acabado el puchero, un cigarro humea y parece  una centella al reflejo de la hoguera; niña termina de amamantar a la criatura, le dice el joven esposo, y que duerma como un bendito, que ahora viene la historia y vente conmigo junto a la llama., y si te duermes mejor será, que ya basta por hoy las horas de servir.
Insisten y empieza la obra, una historia para sosegar el cansancio, para provocar el sueño: Antonino dice que las lunas a veces son traicioneras, porque aún con su luz blanca matan los sueños y también asesinas porque han matado al sol. Igual son las rosas, que engañosas muestran espinas. Mientras tanto se hilan palabras, se hilan , y durante velada crecen esperanzas. Pero suena un Tango, alguien con un bandoneón remendado, hace que baile la noche, la noche con perlas adornadas, con luces de la otra ciudad que tienen delante. Y unos jóvenes bailan abrazados a la esperanza, abrazados a sus tibios cuerpos, y relucen los rostros, y gira la vida, y vuelve un nuevo día de tangos, de trabajo duro, de olvidar por unas horas que allá se quedan las tierras, que un día dejaron porque se les secaba el alma, y la piel, de un caldo que no quitaba ni el hambre ni las lágrimas…

Reeditado.

sábado, 30 de noviembre de 2024

Las tardes.

 


 En la azotea tenía plantados preciosos geranios. Si sobraba algún espacio, menta y perejil.


La luz del sol por la ventana al mediodía se reflejaba en el techo; me quedaba despierta contemplando el carrusel de luces recorriendo la habitación medio en penumbra.

Los martes, y miércoles el pastor visitaba la casa, y la oración culmina las tardes.

No hay día en que no recuerde aquel entrañable hogar. Cierro los ojos, y contemplo   la cajita donde sigue su sonrisa.


lunes, 18 de noviembre de 2024

Mar en calma.

  


El constante goteo del grifo, el gorrión que se adentra por la ventana haciendo que el entablillado de la cortina se bambolee, hizo que despertara de un sueño emborronado, como cuando alguien se arrepiente y con un trapo hace desaparecer lo que quizás era algo bello.


Los interminables días en que parecía que la lepra se había instaurado en ellos, provocaron que esos dos días estuviera en su habitación, dormida, soñando: aquel mirlo y los dulces días de infancia en el prado con un sauce en medio. Los envidiables dulces por navidad.

Los besos y la protección en aquel hogar amable de olores inolvidables, el tic, tac del reloj de cuco, los pasos de mamá en la azotea con el mimbre de la ropa, que al deslizarse parecía música de dioses.


De modo que el goteo seguía y el gorrión estaba en la lacena.

Sonrió al verlo y dio dos pasos por si podía cogerlo en sus manos.


El panzón se dejó y las miradas se cruzaron. Un momento glorioso.


Tomó café y él las migas de pan, que aún se repartían sobre el hule.


¿De dónde vienes?, dijo.


De aquellas montañas donde la fronda, respondió.


-Pero eres muy chiquito para volar durante tanto rato-


Soy un Principe que ha venido para ayudarte-


Oh, pero qué hablas me mientes?.


No, dijo.


¿Cómo sabes que necesito ayuda?.



-Los Príncipes sabemos todo-


Pero los Príncipes reinan-


Yo, no.


Ya te dije que quiero ayudarte, no reinar-


Se giró porque el goteo era incesante y le molestaba mucho. (la medicación ayudaba, pero no tanto).



La oscura espera.

De gotas incesantes

resbalando por entre

los pliegues de la piel.

…………...




Y cómo suena tu nombre

detrás de aquel océano,

como si de rugido de volcán

como si de relámpagos,

como si de huracanes.



¿Para qué espero si no vienes?


Los días se esfuman

bajo el tremar del volcán.


………………………………..





Y se volvió para seguir hablando con el panzon.


Pero no estaba.


El incesante goteo: chuiks, chuiks.


Regresó a los sueños: me gusta así, dijo la niña.(gofio con leche).


El columpio en el sauce, las golondrinas revoloteando en aquel cielo limpio, azul, de ocre al atardecer.


El olor a café recién tostado, las placenteras tardes en el terrazo con los primos, los hermanos.


El columpio que la llevaba al cielo, una y, otra vez.


Pero nunca se despertó.









miércoles, 13 de noviembre de 2024

El banquete.

 

Pronto empezaría a ser cada vez mayor el grupo de personas que miraban atentamente lo que sucedía detrás de los cristales del escaparate. Es morboso, se dijo la empleada moviendo la cabeza a un lado y otro con algo de indignación.Desde dentro solo se veía la negrura que empezaba a cubrir de esquina a esquina la luna. A las personas les atrae mucho cualquier cosa que chispee, da igual si lo que brilla es la luz del sol proyectada en algún lugar debajo de los chopos, o lo brillante de los lomos de los peces. En realidad es algo innato, algo difícil de controlar, por lo tanto habría cada vez más personas curiosas, ávidas de ver lo que fuera, terriblemente ansiosas por poder pasar una tarde entretenida, con las miradas a un mismo sitio y las bocas abiertas igual que autómatas.

A esas horas de la tarde los mendigos se habían posicionado en los mismos sitios de cada día, esperaban la limosna o quizás, nada, simplemente se habían acostumbrado; las costumbres son peligrosas, porque hace que una venda tape los ojos y no se pueda ver más allá, los tenderos echaban el cerrojo algo satisfechos por las ventas; los coches hacían sonar todos a una las bocinas, como si un monstruo les estuviera persiguiendo por la alameda para devorar a cada uno de los autos, de modo, que el escaparate esa tarde era el sitio de reunión de los banqueros, peluqueros, modistas, madres y padres, realmente la parsimonia y el morbo les había dejado ahí, como pasmarotes, salivando sus bocas como los perros cuando esperan la comida. La empleada se daba prisa en terminar de limpiarlo todo, la fregona y el cubo y los paños los había dejado junto a un mostrador de madera de nogal; los  guantes aún los llevaba puestos. Sudaba mucho y se había secado el rostro con un paño de los que había en la tienda, uno bordado con hilos de plata, con alguna dificultad por el látex. Alsina, la dueña de la tienda había recobrado el color de su rostro, y había bebido en pequeños sorbos la taza de tila que la empleada le preparó con esmero y cierta preocupación, porque había que ver a la pobre mujer como se hinchaba  igual que un globo, un poco más y hubiese tocado con sus dedos el techo de la tienda, realmente tuvo suerte, porque la gallina  que había ingerido una hora antes, había puesto los huevos  dentro del estómago de la infortunada y los polluelos asustados por tan raro e inhóspito nido comenzaron a  picar con sus pequeños picos toda la panza desde dentro, si, tuvo mucha suerte, porque a veces los grandes banquetes pasan factura; los polluelos escaparon de aquel barrilete y revoloteaban por todo sitios provocando un fastuoso resplandor.

Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...